Observatorio taurino

Toros en Sevilla: pendientes de la calle Adriano

La gestación de los carteles de la temporada hispalense sigue su curso, sujeta a flecos, acuerdos sin sellar y las migajas que habrá que repartir entre demasiados pretendientes

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14 feb 2022 / 11:51 h - Actualizado: 14 feb 2022 / 11:52 h.
"Observatorio taurino"
  • Imagen de las taquillas oficiales de la plaza de toros de la Maestranza. Foto: Toromedia
    Imagen de las taquillas oficiales de la plaza de toros de la Maestranza. Foto: Toromedia

A fuego lento...

La olla de los carteles sigue cociendo en los fogones de la empresa Pagés aunque adolecemos de esos completos avances que, día a día, iban dando cuenta de las componendas de la empresa y los apoderados. La verdad es que formaban parte de este tiempo de vísperas que, con una pandemia por medio, está variando algunas de sus liturgias. Volvemos a invocar a Lampedusa, certificando que nada es eterno. Pero ya no pueden tardar demasiado esas combinaciones por más que los caballeros maestrantes, dilatando sus tiempos habituales, tampoco hayan desvelado ni la autoría ni la obra de arte contemporáneo que debe servir para timbrar y anunciar la primera temporada completa pos covid.

Las líneas maestras de esos carteles ya han sido publicadas en distintos portales especializados aunque algunos carteles aún podrían estar sujetos a tiras y aflojas. Así es, dicen, en el caso de Emilio de Justo que cuenta con las lentejas –si quieres las comes y si no las dejas- de las corridas de Victorino Martín y Matilla mientras pide, con razonable empeño, un tercer paseíllo que rubrique el faenón del pasado año con los ‘grises’ cacereños. También se resiste, comentan, el necesario armisticio con Diego Ventura, máxima figura del toreo a caballo por minudencias que no deberían ser insalvables. Sí ha habido sorpresa en los últimos días: es el gesto de Manuel Escribano, presto y dispuesto a tumbar seis de Miura él solito. También se habla de las dos tardes –sorprendentes- del joven Tomás Rufo o del tercer encierro –con el hierro de Parladé- que podría reseñar Juan Pedro Domecq. Pues así están las cosas...

Cambios razonables

Además de todo eso, merece la pena ir más allá de los hilos argumentales de unas combinaciones –ya son más o menos sabidas- que no terminan de romper los antiguos esquemas y apostar por los nuevos gustos del público hispalense. Ya habíamos hablado de ello: las tres tardes de Ortega y Aguado y las dos que, previsiblemente, cumplirá Diego Urdiales se antojan un número demasiado corto para un amplio abono en el que –un año más- tienen cumplida presencia algunas figuras veteranas que ya no pueden disimular ni amortiguar su evidente desgaste. ¿Una oportunidad perdida? Dejando aparte a Morante, los viejos roqueros ya huelen a naftalina...

Pero hay más asuntos sobre los que nos permitimos reflexionar mientras seguimos pendientes del humo de la olla que se cuece en calle Adriano. Uno de ellos es el modelo de feria y hasta el de temporada. No hace falta hacer demasiada historia para recordar que el abono sevillano creció a caballo de los siglos XX y XXI echando toda la carne en el asador de una extensísima feria que sumaba carteles macizos con un rentabilísimo y mediocre relleno cargado en la cuenta de la amplia clientela que se disputaba los mejores asientos de la plaza. La economía mandaba pero todo empezó a desplomarse a la vez que estallaba la burbuja inmobiliaria y se alimentaban nuevas sensibilidades. Resumiendo: el camino de Sevilla, y de no pocas plazas, podría pasar por recuperar modelos de otro tiempo, adecuándolos a la auténtica demanda. La meta podría ser una maciza semana de toros entre abril y mayo que se podría sumar a un atractivo ciclo de San Miguel –con un potencial por calibrar- con abonos separados que podrían amparar un número razonable de novilladas. Los tiempos siguen cambiando...

Necesaria y moderna promoción

Y dentro de esos cambios hay que incluir la promoción y publicidad de unas combinaciones que, en el siglo XXI y en la era de la hipercomunicación, no pueden ser oficializados en un acto obsoleto como el que se celebra año a año en el Salón de los Carteles de la plaza de la Maestranza. Anunciar lo que ya se sabe de antemano no tiene demasiado sentido... Sería mucho más rentable mediáticamente ir publicitando los carteles estrella de la temporada o las noticias más relevantes de la confección de dichos carteles a la vez que se fueran produciendo anticipándose a filtraciones más o menos interesadas. Rafael García Garrido, empresario de Las Ventas, ha sabido verlo así lanzando la reaparición de Talavante o los seis toros de Emilio de Justo. El cartel de Resurrección –uno de los acontecimientos sociales y taurinos más relevantes de la vida cultural de España- debería ser un notición antes de Pascuas sin esperar a las vísperas de los Ramos. ¿No es así?

El caso es que el toro ya está aquí y la temporada ya ha levantado su propio telón al sur de Despeñaperros. Fue este mismo fin de semana, en la coqueta placita de Guillena. Mereció la pena el viaje para encontrar a Oliva Soto en su mejor son y a Lama de Góngora cuajado como torero solvente y capaz sin renunciar a su clase. Tuvieron delante una buena corrida de Manuel Blázquez y un público amable y entregado que prácticamente llenó los tendidos. Así nos las den todas. Y nos marchamos ya, lamentando muy sinceramente el fallecimiento prematuro de Iván Canorea Martín, biznieto de Eduardo Pagés, nieto de Diodoro Canorea, hijo de Eduardo Canorea y sobrino de Ramón Valencia, actual gerente del coso maestrante. Un abrazo fuerte a toda la familia. Brille para él la luz perpetua...