Pasa la vida

Trabajos comunitarios para los botelloneros multados

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
11 oct 2020 / 09:08 h - Actualizado: 11 oct 2020 / 09:09 h.
"Pasa la vida"
  • Trabajos comunitarios para los botelloneros multados

Los grupos de jóvenes que desafían en España la prohibición de realizar botellonas en plena pandemia del coronavirus son uno de los fenómenos sociales más dignos de ser estudiados. No solo para atajar tan insensatas concentraciones y para multarlos, sino sobre todo para analizarles, orientarles, ayudarles a gestionar sus problemáticas e integrarles en el civismo. Porque es insostenible, para su individualidad y para el conjunto de la ciudadanía, resignarse a dar por sentado que reincidir en la búsqueda de momentos fuera de la ley y de espaldas al respeto más elemental a uno mismo y a los demás asoma como el patrón de comportamiento, la costumbre y el factor identitario más visible y reconocible para el conjunto de los/las jóvenes. Y para los/las adolescentes que buscan referentes en quienes tienen cuatro o cinco años más. Porque quienes se comportan de manera positiva pasan desapercibidos.

Las necesarias decisiones y notificaciones administrativas, como las 4.000 multas que ha puesto hasta la fecha la Policía Local de Sevilla a jóvenes sin mascarillas y arremolinados/as en botellonas en descampados convocadas por WhatsApp, o la expulsión cautelar de 36 estudiantes matriculados en la Universidad de Salamanca por incumplir las normas de prevención del covid para jactarse de montar fiestas y novatadas, me gustaría que fueran acompañadas a posteriori con intervenciones de carácter socioeducativo. Si un ayuntamiento, o un rectorado, tiene los datos de contacto de esos chicos y chicas, sería muy conveniente que la sanción incluyera una sesión informativa con sanitarios que trabajan en unidades de cuidados intensivos, con personas que han superado el coronavirus tras jornadas muy duras, y con familiares de fallecidos. El objetivo de esa impactante y aleccionadora cita no solo sería que descubrieran la trágica verdad de una emergencia con la que no querían colaborar, sino que después ejercieran de colaboradores necesarios para extender los buenos valores y las buenas prácticas en los ambientes donde ellos/as se entrelazan. Tanto en las redes (WhatsApp, Instagram, TikTok,...) como en las plazas. Territorios digitales y urbanos donde las recomendaciones oficiales no calan.

En Sevilla, se ha elevado de 100 a 300 euros la cuantía de la multa por participar en una botellona durante la pandemia. Sugiero que se le añada la obligatoriedad de esa doble experiencia, a modo de trabajo comunitario. La mejor y más barata estrategia para revertir la tendencia. A más jóvenes comprometidos con el bien común, menos gastos para paliar los problemas de quienes desbarran.

Estos episodios de sociabilidad presuntamente transgresora que les atrae, como si no hubiera mañana, como si no conocieran a nadie gravemente afectado por el coronavirus, como si no estuvieran inmersos en una crisis que marca un antes y un después en sus biografías, y en los que participan jóvenes criados en todas las clases sociales, debe ser el campo de actuación de sociólogos, psicólogos, pedagogos, formadores, orientadores, expertos en intervención con adolescentes, jóvenes y familias. Cualquier grupo de investigación en un departamento universitario, cualquier equipo de un gabinete de asuntos sociales, tiene ante sí la oportunidad de bajar al terreno y escrutar de dónde vienen y adónde van estos/as jóvenes, en tiempos de confinamientos y de mayor necesidad de ejercitar la responsabilidad individual para proteger a toda la comunidad. Cuáles son sus fortalezas y debilidades. A qué se dedican y qué no hacen. Qué saben y qué ignoran. Qué les une y de qué están desconectados. Qué consumen y qué rechazan. De qué se emancipan y de qué no se liberan. Qué quieren hacer con sus vidas y qué están dispuestas a hacer por los demás.

Las encrucijadas de la juventud (educación, empleo, convivencia, participación...) merecen atención preferente en los debates parlamentarios, en las emisiones televisivas, en los foros de la sociedad civil. Y si queremos cambiar a mejor, más valen programas tan realistas e incómodos como 'HIT' que entretenimientos tan falaces como 'La isla de las tentaciones'.