Alguna vez, seguro, de mañana, tarde o noche habrá parado usted la mente para colocar en su materia gris, su reflexión sobre el espacio sevillano que pisa y otea cada día que circula por la urbe. Y habrá reflexionado sobre la suciedad que se ha apoderado de la ciudad. Algunos, los más jóvenes y atrevidos con las redes sociales, murmuraran cuánta razón tienen las lecturas a través de sus móviles. Otros, simplemente, recordarán tiempos pasados cuando paseaban por la misma zona. Y los menos, aunque la proporción cada vez va teniendo un carácter más exponencial, harán sus propias cuitas sobre el tema. Sin embargo, y lejos de volver a clasificar a los pensadores de la suciedad en Sevilla, no podemos descartar la realidad de que Sevilla se ha convertido en una ristra de imágenes reales, a modo de cuerda de la que se tienden miles de imágenes y razones, que ratifican estos hechos. Queda claro que este consistorio sevillano ha sido incapaz, o al menos no ha sabido darse cuenta, de manejar uno de los puntos claves de toda ciudad que se precie y quiera dedicar a sus vecinos. Me refiero a la limpieza de la vía pública incluidas las zonas verdes y de esparcimiento de todos. Como todo en la vida, la falta de mantenimiento no sólo origina la oxidación sino la degradación de lo que tengamos en la mano. Y esto es lo que ocurre con esta ciudad, donde la falta de mantenimiento y previsión, potenciado por una falta de lluvias, ha dejado grabado, como ese tatuaje que nos hicimos en la parte más visible de nuestro cuerpo y que hoy en día nos parece un horror, que la suciedad en la ciudad es un gran y probado problema. Y aunque la dirección del servicio municipal de limpieza ya declara abiertamente que están desbordados y que hasta actúan a golpe de denuncia en las redes sociales, otros verán el vaso medio lleno porque el alcalde, con esta situación de falta de limpieza, ha sabido unificar la idea de ciudad guarra en todo el arco político del Ayuntamiento de Sevilla. Al final recorremos las calles de la ciudad como alma en pena tropezando con aquella u otra imagen de suciedad y dejadez. No sólo el centro de la ciudad sino, y con más rotundidad, los barrios de Sevilla están cochinamente mugrientos tanto en el mobiliario urbano como en sus acerados. Este Ayuntamiento debe tomar el pulso a la situación sucia que vivimos, no sé si con una maquinaria novedosa, más personal de limpieza o con la reestructuración de toda la organización de Lipasam, pero algo, que no sea sentado en el despacho, hay que hacer. Existen políticos enamorados de la soledad porque así dicen poder reflexionar, pero este problema se resuelve en la calle de esta variopinta Sevilla donde el tiempo corre inexorablemente a un nuevo día y donde seguiremos presenciando calles, contenedores, papeleras y suelos visiblemente sucios. Pero, a pesar de todas las denuncias, incluidas las del portavoz del PP Beltrán Pérez con estropajo en mano y una mijita de Agerul o Milagrito (siempre apostando por el producto sevillano señor portavoz) sobre toda esta mugre literal en nuestra ciudad, al alcalde de Sevilla sólo le producen ligeras cosquillas. Los sevillanos nunca hemos sido bien comprendidos fuera de nuestras lindes pero, a buen seguro que en esta ocasión, la cuestión que nos lleva hasta aquí es compartida en los cuatro continentes. Somos, con nuestra visión de la suciedad urbana sevillana, lo que definió Unamuno de los habitantes de Sevilla: “fríos y finos”. Si este alcalde de Sevilla corneado por el toro llamado Guarro no se tapa la herida, dudo que llegue a la enfermería. Es más, no se queje usted señor regidor de la ciudad si en el próximo Pleno del Ayuntamiento le meten una propuesta de cambio en el nomenclátor para que la actual calle Trajano pase a su antiguo nombre de la Calle del Puerco. Ya ve señor Espadas que esta Sevilla que Góngora la definió como la Babilonia del mundo está rolando a algo que nadie quiere ver pero el timón de la ciudad, por ahora, está bloqueado y la sentina, cada vez, con más porquería sin retirar. Y mientras siga la situación, los sevillanos saldrán a las calles para competir (lo cual no es nada difícil) quién consigue el mejor retrato de la suciedad en Sevilla.