Todo cumpleaños es motivo de celebración y así lo es para el sistema sanitario público regional más antiguo de España: el Servicio Andaluz de Salud, que cumple este mes 30 años de asistencia sanitaria pública, universal y de calidad. La misma edad que alcanzaba en abril la ley que en España implicaría pasar de un sistema de aseguramiento y beneficiencia a una sanidad universal y gratuita, que asegura la equidad y que integra políticas de protección, promoción y prevención de la salud.
Andalucía recibió las transferencias sanitarias en 1984 y la creación del SAS en 1986 fue un paso decisivo para impulsar un modelo propio de organización sanitaria que permitiera superar los déficits de la asistencia de los años predemocráticos. Frente al seguro obligatorio de enfermedad, las mutuas, la beneficiencia o las igualas, nació un sistema sanitario que garantiza asistencia a cualquier persona, independientemente de sus recursos económicos, de si está empleada o no, o de su lugar de procedencia.
Los consultorios puestos en marcha sin criterios de equidad o accesibilidad, los hospitales con una cartera de servicios limitada y los manicomios dieron lugar a una red sanitaria que integró estos escasos recursos y que creció hasta convertirse en la más extensa del país, consolidando un sistema sanitario planificado, equitativo, accesible y garante de una atención universal, integral y de calidad.
El SAS, tras la reforma de la atención primaria emprendida en los 80, cuenta hoy con más de 1.500 centros de salud que se sitúan a menos de 15 minutos de la ciudadanía y en los que se desarrollan actividades de promoción de la salud y prevención de enfermedades, y una asistencia sanitaria centrada en las personas y en su entorno. Por otro lado, 47 hospitales acercan la asistencia sanitaria de mayor complejidad a los más de ocho millones de andaluces y andaluzas, vivan en una capital o en una zona rural. Los equipos del 061 responden con alta satisfacción ciudadana a la asistencia urgente que se precisa fuera de los centros sanitarios. Asimismo, la incorporación de la tecnología diagnóstica y terapéutica de última generación ha favorecido la alta resolución en todos estos escenarios asistenciales.
Igualmente, la atención a la salud mental ha representado un antes y un después, trabajándose ahora desde una perspectiva integradora, basada en la inserción social y laboral de las personas que sufren estos trastornos y venciendo el estigma.
Muestra de la madurez de nuestro sistema sanitario son los trasplantes, en los que hemos protagonizado diferentes hitos. Es una cirugía que no sólo implica que toda la cadena asistencial funcione, sino que conlleva el trabajo contrarreloj de magníficos equipos profesionales que pueden realizar lo cotidiano y lo excepcional, gracias a una sociedad generosa y solidaria, como la andaluza con tasas de donación superiores a las de la UE o EEUU.
Los derechos sanitarios han sido otra de las puntas de lanza de la sanidad pública andaluza, situándola como la más garantista del Estado, con una Ley de Salud autonómica y derechos como la libre elección de especialista y hospital, libre elección para médico de familia y pediatra; tiempos máximos de demora quirúrgica, consultas externas y pruebas diagnósticas; segunda opinión médica; atención bucodental infantil gratuita; registro de Voluntades Vitales Anticipadas; y Diagnóstico Genético Preimplantatorio, entre otros derechos de segunda y tercera generación.
Otro pilar importante ha sido la investigación biomédica, con un desarrollo normativo pionero, la dotación de la mayor infraestructura de centros de investigación y medidas que incentivan la labor investigadora. En la actualidad, el SAS es la primera entidad del sector sanitario en número de patentes. En innovación tecnológica, Andalucía es una de las regiones más avanzadas en e-health a nivel europeo.
Y como motor de este sistema que cumple 30 años: sus más de 95.000 profesionales, que lo convierten en la mayor empresa andaluza. Profesionales de ahora y profesionales que han trabajado durante estas tres décadas, todos ellos comprometidos, vocacionales, con un alto nivel de cualificación científico-técnica y humanización, corresponsables y protagonistas principales de estos cambios. Desde esta tribuna les reconozco y agradezco su esfuerzo y buen hacer diarios, especialmente en los años de mayores dificultades económicas, por lo que merecen que sigamos trabajando para mejorar sus condiciones laborales.
Al igual que merece nuestro respeto, gratitud y reconocimiento la ciudadanía, a la que siempre hemos dado un especial protagonismo y a la que vamos a pedir un mayor grado de participación para seguir exigiéndonos los mejores resultados en salud, dentro de un sistema garantista, transparente, participativo, colaborativo y de derechos. Un sistema que se legitima cada día con el apoyo de la población, que es igualmente corresponsable con nuestros compromisos y retos para el presente y el futuro.
Entre los más inmediatos, está la aprobación de la futura Ley de Garantías y Sostenibilidad, que blindará un sistema de salud que es de todos y que todo Gobierno debería proteger frente a crisis, avatares políticos, intereses económicos o ideologías que no entiendan que el Estado del Bienestar es inquebrantable e irrenunciable.
La cronicidad y el envejecimiento son otro importante reto, que exige la renovación de la atención primaria, reconociendo su papel como eje vertebrador del sistema; al igual que seguir apostando por la innovación y la calidad en los hospitales, avanzar aún más en salud mental y seguir impulsando la investigación y la innovación.
Pero no debemos ser triunfalistas. Sólo reconociendo lo mucho que hemos avanzado, veremos el camino que nos queda por recorrer, puesto que estamos ante un sistema vivo y cambiante, fiel reflejo de una sociedad que evoluciona, con nuevas necesidades y expectativas. Seguiremos cumpliendo años con Salud.
(*Aquilino Alonso Miranda es Consejero de Salud de la Junta de Andalucía)