Tú mismo

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20 feb 2022 / 04:04 h - Actualizado: 20 feb 2022 / 04:04 h.
  • Tú mismo

Así de sencilla, así de precisa, preciosa, certera y sincera era la definición que Virginia, de 6 años, daba sobre la personalidad: «Es...¡Tú mismo! por ejemplo, yo tengo el pelo rizado, ¡eso es personalidad!» explicaba a otros niños con una autenticidad, espontaneidad y seguridad que ya desearían los mejores oradores... Yo la miraba y ¡alucinaba! cómo puede caber tanta verdad en un cuerpo tan pequeño... (posiblemente, porque su corazón y su imaginación no conocen límites).

Conocí a Virginia hace unas semanas en su colegio, El Claret (también fue el mío) cuando fuí a contar la historia de «Komache», mi libro de literatura infantil con Editorial BABIDI-BÚ, a los niños de su curso, 1º de primaria. Ese día pasamos una mañana tremendamente divertida con las ocurrencias de tooodos sus compañeros (los niños son los mejores creativos del mundo mundial) pero aquello sólo fue la antesala de lo que se avecinaba el sábado 12 de Febrero. Aquel día me encontraba en la librería «La Botica de Lectores» ( C/Asunción, 15) firmando ejemplares de Komache y narrando sus aventuras, pues bien... ¡Qué sorpresa me llevé al ver que Virginia fue la primera en llegar!

- ¡Se sabe el cuento de memoria! y eso que todavía no tiene el libro...- me explicaba su madre con una sonrisa.

Aquello me llenó de alegría y satisfacción así que decidí nombrar a Virginia como «la mejor ayudante del mundo mundial». Una vez que todos los niños congregados en «La Botica» se habían sentado, expectantes para conocer la historia de Komache, Virginia permaneció de pie, a mi lado e iba contando partes del cuento «a lo Sinatra», a su manera, pero ¡que manera! A mí, desde luego, me encantó; incluso se prestó a responder alguna pregunta sorpresa que le hice; ella, con mucho acierto y desparpajo supo responder.

Aquel día nos regaló instantes para el recuerdo pero, en concreto, mis momentos favoritos fueron dos: el primero de ellos, cuando, al hilo de la historia, le pregunté a Virginia qué era la personalidad y ella dió su magistral respuesta: «Es...¡Tú mismo! por ejemplo, yo tengo el pelo rizado, ¡eso es personalidad!», la chiquilla se ganó el aplauso de sus compañeros por su valentía y buen tino, porque a muchos adultos, incluso a los que «hilan más fino», les cuesta saber qué es y en qué consiste eso de tener personalidad, pero el corazón, la intuición y la imaginación de Virginia lo dejaron bien claro: «Tú mismo...»

Mi madre siempre decía aquello de «se predica con el ejemplo» y, sin duda, mi espontánea y genial ayudante, lo hacía; quiero decir que no sólo definía lo que era la personalidad sino que lo vivía y lo demostraba con su actitud, su sonrisa y su originalidad: ¡ése el el mejor regalo del mundo mundial!

Por si os estáis preguntando cuál fue el segundo momento que me encantó de aquel día, tuvo lugar justo después de la genial explicación sobre la personalidad. Me encontraba detallando algunos matices sobre el tema, cuando Virginia, con «tó el arte», me dijo: «María, perdona, voy a pasar por aquí para que Komache le choque una patita a mi mamá« y, cogiendo a Komache en brazos, se abrió camino entre la marea de niños a la voz de: «¡Paso, paso por favor!». Chocó la pata del peluche con su madre y volvió a su lugar de «mejor ayudante del mundo mundial».

¡Cómo me hiciste disfrutar, Virginia! Eres el vivo ejemplo de ese «ser tú mismo» que taaan bien explicaste. Y es que, tal y como ella hizo, cuando somos nosotros mismos... ¡Brillamos! Convencemos, destacamos, aportamos, sumamos, ayudamos... El «ser tú mismo» es valeroso (tanto en el sentido de «valor» como de «valiente»), generoso, constructivo, empático... El «ser tú mismo» bebe de la singularidad personal y es por eso que consigue refrescar el ambiente de una manera tan excepcional.

¡Qué lección tan esencial nos dió Virginia! Y es que, las mayores verdades, provienen del corazón de una niña... (Mira en el tuyo, que tú también lo fuíste). ¡Gracias Virginia!