Un 8-M responsable

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Álvaro Romero @aromerobernal1
07 mar 2023 / 12:14 h - Actualizado: 07 mar 2023 / 12:15 h.
  • Una mujer participa con miles de mujeres en una marcha bajo la consigna «ni una menos», en una fotografía de archivo. EFE/Juan Ignacio Roncoroni
    Una mujer participa con miles de mujeres en una marcha bajo la consigna «ni una menos», en una fotografía de archivo. EFE/Juan Ignacio Roncoroni

Las vísperas –y hoy estamos a 7 de marzo- también sirven para la reflexión, antes de los días señalaítos que tantas veces nos nublan la razón. Las mujeres, esa mitad de la humanidad sin la que no existiría la otra mitad, es decir, nosotros los hombres, han conquistado mucha igualdad en las últimas décadas, mucha dignidad, mucha justicia, pero sigue sin ser suficiente si pensamos que todavía hay quienes creen que sí; que la mujer de cualquier latitud del planeta no puede decir lo mismo; que cualquier ley de conciliación sigue pecando de papel mojado mientras la conciencia generalizada de la sociedad siga siendo que las mujeres están mejor capacitadas para la crianza que los hombres; mientras los puestos de verdadera responsabilidad estén de oficio exclusivamente en manos de los varones y, por ello, el salario medio sea abultadamente mayor en el caso de ellos que de ellas, justo al revés que el desempleo; mientras, un año más, a solo dos meses de haber estrenado el año hayamos contabilizado 15 asesinadas por esas parejas que les prometieron tanto amor en este país que se supone civilizado. Las razones para construir un 8M reivindicativo rebosan...

Todos y todas, sí, tenemos la obligación moral de incluir en este reto de la justa igualdad a todas las mujeres de carne y hueso en todo el espectro de realidades posibles: desde las profesionales que son el orgullo de la vanguardia investigadora en un mundo laboral necesariamente igualitario hasta las abuelas que, tan injustamente invisibles, socorren con sus pucheros esa falta de tiempo puesto al servicio de los demás.

Si alguien piensa hacer huelga mañana, en los centros educativos o en sus puestos de trabajo, le pediríamos encarecidamente que no frivolice con un asunto de justicia universal que nos compete a todos; que no convierta la lucha por la igualdad en una vulgar acción de rabona encubierta, que sea consciente de que la igualdad de mujeres y hombres empieza a fraguarse en la responsabilidad compartida de partirnos la cara por el avance de todos, independientemente del género, allá donde la vida nos coloque. Que sea consciente, desde su decisión, de que todo sacrificio, si estamos dispuestos a asumirlo, tiene un precio. Y que vale la pena. Ser responsable es tener capacidad de respuestas.