Desde la espadaña

Un chorrito de vida para Sevilla

Sevilla se ha acostumbrado a renunciar a tantas cosas que sólo ve pasar el tiempo y todo su progreso lo han metido en el cajón de las suposiciones.

Image
17 mar 2021 / 07:31 h - Actualizado: 17 mar 2021 / 07:32 h.
"Desde la espadaña"
  • Un chorrito de vida para Sevilla

.- ¡Pepita!

.- ¿Qué pasa?

.- Que los asaltantes de la ciudad ya se van

.- ¿Y cómo han llegado hasta aquí?

.- ¡Ah! cosas nuestras

No me digan ustedes que lejos del chascarrillo propio de una Sevilla donde poco a poco florece el azahar y dónde nos empeñamos en sucedáneos de Semana Santa y Feria de Abril, lo cierto y verdad es que la ciudad ha entrado desde hace unos años en un estado soporífero del que todavía (dejemos ya de lado la pandemia) no se ha recuperado. Porque al igual que un buen día llegó un fenómeno que sembró las Setas de la Encarnación de granos sebáceos que expulsaban agua en forma de chorritos (aunque esto es sólo un efecto mental), a esta ciudad nos asaltaron un día los responsables municipales y se llevaron todo el expediente que incluía el proyecto revitalizador de Sevilla.

Sevilla es hoy en día una cárcel que debe haber encerrado a todos los que tienen buenas ideas para la ciudad. Comprobar cómo la Alameda se reformó hace unos años enviudándola de todo su protagonismo para convertirla en una explanada cada vez más degradada es para ir a pecho descubierto a la puerta de Plaza Nueva y pedir explicaciones, aunque me temo que por allí más de uno se encoge de hombros porque ahora se estará en otros temas, o la apatía de una plaza de San Lorenzo cuando cambiaron sus árboles centenarios por arboleda de las playas de la Riviera Maya ¿cuándo le tocará a Sevilla?

A esta ciudad la han encapsulado como esos granos de la Encarnación y no la dejan respirar. La ciudad envejece por falta de mantenimiento y ahora la moda es conceder hoteles, tantos, como comercios chinos tenemos. Sevilla sigue siendo, en definitiva, la misma de hace diez años. Seguimos con los problemas de movilidad, el río sigue siendo ese diamante en bruto que nadie quiere tocar, ni antes que los poderes políticos de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento eran iguales, ni ahora que son de distinto color. El patrimonio de la ciudad, sea el barrio que sea, sigue siendo asesinado a diario (la última ha sido la Plaza de la Magdalena y el futuro más cercano la propia Plaza de la Gavidia) y las mejoras viarias prometidas o políticamente divulgadas salen tanto en los papeles y redes sociales como el problema catalán aunque es cierto que tenemos como paralelismo que ni el problema catalán ni el progreso de Sevilla se arreglan a corto plazo.

Dar sombra a esta ciudad debe ser más difícil que llevar al Perseverance a Marte, para conseguir hacer realidad actuaciones en la casa de Cernuda o Velázquez se tardarán años y años, exponer permanentemente todo nuestro patrimonio cultural y sacro es así como pensar un utopías, conseguir líneas de movilidad modernas y ágiles es imaginarse estar en el siglo XXV, convertirnos en referentes del siglo de Oro es como decir “mandé” y atraer la calidad y no la cantidad es como querer dar lecciones de Física a Einstein. Todo entra en un sopor de lo más espeso y, por eso, Sevilla es ahora una muestra de inquietud nostálgica de lo que podía ser y nunca llega.

.- Vaya, ahora empiezo a comprender vuestra situación.

¿Qué le ofrece ahora la ciudad? más bien poco y buena muestra lo puede ver cuando a diario abre los noticieros sevillanos y comprueba que el 90% de las noticias son de carácter nacional. Sevilla, esa niña quinceañera que debería movernos en ilusión se ha convertido en un caso ramplón donde como ciudad no crece o no le dejan crecer. Estamos en Cuaresma y hacemos colas para ver (lo poco que podemos) el interior de los templos, pero ¿y luego? ¿y la ilusión de un chorrito de progreso? Lo último ha sido remodelar Mateos Gago y quitando los bordillos y los adoquines de Gerena, el resto (¿o ha sido esa la excusa?) está bajo el suelo. Sin embargo, nos lo venden como la gran obra sevillana del 2021. En Sevilla vive el silencio del progreso y ya ni nos quejamos. Si somos víctimas de nuestra propia melancolía viendo como destruyen patrimonio a favor de edificaciones que nada pintan aquí, si no reclamamos cultura (no de bares) emergente, si nos conformamos con ver las calles sevillanas como lugares de paso como si fuésemos ese turista japonés que jamás volverá por aquí y si no paseamos por Sevilla imaginando lo que en ese o aquel lugar debería hallarse, está claro que los asaltadores de Sevilla han ganado. No todo son vacunas ni mascarillas en esta ciudad porque esta ciudad decae y sus necesidades están siendo sustituidas por intrusos de una política fácil que dilapidan a esta mansa ciudad. Si ya es difícil descifrar las intenciones de un político en Sevilla nada les digo de esta ciudad donde únicamente pasan las horas porque las intenciones de progresar están todavía por descifrar mientras los chorritos del progreso y la modernidad quedan por aflorar como el azahar. ¿Con qué etiqueta nos presentamos? ¿otra vez el turismo?