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Desde la espadaña

Un corral trianero en la Gavidia

Sevillano, dígame cuándo podré volver a la ciudad. No lo haré hasta que sepa que estamos en paz con nuestro patrimonio

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14 dic 2020 / 10:04 h - Actualizado: 14 dic 2020 / 10:07 h.
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  • Un corral trianero en la Gavidia

Dicen los más viejos de la ciudad que en los atardeceres del verano, se podía observar en la plaza del Museo a un hombre con un delantal blanco y un canasto plano que pregonaba la venta de barquillos. Y así le seguían otros compañeros vendiendo golosinas en los jardines frente a la Macarena o esa niña que en las noches estivales iba con su bandeja de hojalata con jazmines en pequeñas moñas. Todo así de simple y así de sencillo al igual que cuando las mujeres compraban alhucemas y romero seco para echarlos en el brasero sobre los picones encendidos para que perfumara la habitación. Pura sevillanía por aquel entonces donde estos personajes formaban parte del paisaje hispalense.

Desde luego han cambiado tanto los tiempos que hasta hoy en día a Sevilla no la conoce ni la madre que la parió. La Gavidia, ese bastión que tanto derechas como izquierdas nunca han querido tocar, parece que está despertando de su letargo, pero, como viene ocurriendo desde hace algunas décadas en Sevilla, el premio como pregonaban aquellos primeros ciegos vendiendo el cupón de la ONCE “¿quién quiere el premio?” no ha sido precisamente para el patrimonio, la cultura y el arte sevillano. Porque la Gavidia se convertirá, si el destino anti patrimonial lo decide, en un batiburrillo donde trabajen en el mismo espacio sin paredes ni intersecciones, emprendedores, autónomos, programadores, diseñadores, periodistas, comerciales, consultores, etc. Es lo que en EEUU denominan “coworking” pero que en Sevilla conocemos desde tiempos de Astarté como los corrales de Triana y que para el Ayuntamiento se trata de uno de sus proyectos más ambiciosos de la ciudad. Así nos va. Esto es como el bobo que quiso asemejar hace unos años el Parque Empresarial de La Cartuja al Silicon Valley norteamericano. Menuda forma de dar valor a una zona céntrica e histórica. A ver quién llegará hasta aquí cuando entre en acción el cierre del centro proyectado por el Consistorio y veremos el resultado de este experimento de domingo playero. Ya me estoy imaginando las conversaciones entre los integrantes de este gran corral:

- y tú ¿qué has llevado a tu espacio?
- ¿yo? lo imprescindible. Como esto no es más que un apeadero.
- Pues yo que soy comercial de instrumentos musicales y me he instalado muy bien. Nada menos que siete pianos.
- ¿Para qué?
- hombre, cuando llamo a los clientes me gusta hacerles una demostración del sonido.

Esto será como el caramelo rancio y caduco que nos vendieron sobre la remodelación de las antiguas naves de Renfe en San Jerónimo para convertirlo en un centro de desarrollo tecnológico mundial y ahí lo tienen, todavía en cueros y con menos inversores que clientes tiene la hostelería en estos desgraciados tiempos.

De todas formas, no se preocupe que nuestro Ayuntamiento ha apostado también por encajar en el espacio algo que ya me olía a más de cien leguas.

- Me deja usted nerviosa. Venga la noticia.
- debería sentarse para escucharlo.
- no, no; nada de sentarse. quiero oírlo todo.

Usted lo ha querido. Pues otro hotel de cinco estrellas que además se conciliara con la memoria histórica habilitando los calabozos que aún se conservan. Ciegos sevillanos que se olvidan qué la memoria histórica que debemos recuperar, no olvidar y ansiar realmente es la del patrimonio sevillano, esa qué a marchas forzadas, intencionadas y de forma disimulada nos han ido cercenando. Otro hotel, y no sé por cuántos vamos ya. Y eso que el espacio se licitaba también para destinarlo como espacio cultural pero como era previsible, queda mucho trabajo por delante para que esa vacuna de la cultura se inyecte en esta ciudad.

Miedo me da además que en ese proyecto de La Gavidia se incluya para el adjudicatario la remodelación de San Hermenegildo. Lo curioso de todo esto es que el Ayuntamiento espera embolsarse 10 millones de euros. Pero poco les va a durar puesto que la pasada semana, el Ayuntamiento hispalense ha sido condenado por el Tribunal Supremo a pagar casi 11 millones de euros por deficiencias en los programas Emplea@joven y Emplea@30+. Y después dirán que confiemos en ellos.