Yo no he estado postrado inconsciente durante 35 años. Ni he vivido en estado semivegetativo durante 35 años. Lo mío es otra cosa. Llevo viviendo en estado semivegetativo desde que nací. Son 57, casi 58, añitos de nada.
Según un tipo que ha escrito un libro y lo ha promocionado mintiendo al decir que estuvo en coma durante 35 años y que, no obstante, tuvo dos hijas y podía salir a dar un paseíto de vez en cuando, lo de vivir en estado semivegetativo consiste en desmayarse varias veces al día. Los desmayos permiten mantener relaciones sexuales, escribir poemas y mirarse al espejo para exclamar ‘oh, Dios mío, ese no soy yo’. El estado vegetativo es flexible por lo que se ve.
Yo me suelo desmayar después de comer (sábados y domingos). Entro en estado semivegetativo. Me sucede lo mismo al madrugar (de lunes a viernes) porque si cierro los ojos después de apagar el despertador, ¡zas!, entro en estado comatoso. De joven (llevo toda la vida viviendo en estas circunstancias) entraba en estados vegetativos (nada de semis) las noches que salía de parranda. A eso de las seis de la mañana, mi consciencia se declaraba en huelga total. Es decir, llevo toda la vida viviendo como el tipo este que se ha inventado una trola de tamaño sideral para, seguramente, vender media docena de ejemplares de su libro. Pero lo mío es verdad. Todo el mundo sabe que me duermo de pie.
La diferencia es que yo no pienso utilizar mi estado semivegetativo para hacer el imbécil. Y la diferencia es que no voy a llamar a los medios de comunicación para liarla. Las noticias corren como la pólvora en la actualidad y lo de contrastar la información se le olvida a casi todo el personal, por lo que no voy a poner en un compromiso al pobre becario que mete en un lío a toda una redacción (dicho esto, no puedo dejar de decir que los periodistas tienen la obligación de hacer su trabajo y que este caso del escritor gallego en coma durante 35 años es una vergüenza para la profesión).
Les dejo. Me voy a desmayar un rato. Y resucitaré en unos minutos. Se lo prometo.