Un ridículo prederbi

La derrota en Granada, con repaso táctico incluído, deja al Betis en tierra de nadie y con el duelo ante el Sevilla como único objetivo de aquí al final de temporada

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18 feb 2017 / 07:00 h - Actualizado: 18 feb 2017 / 07:00 h.
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Después de la derrota con estrépito en Los Cármenes, el Betis afronta el derbi con la máxima presión y las peores sensaciones. Y es que el duelo de máxima rivalidad es el único aliciente que le queda al equipo de Víctor para dar una alegría a su afición antes de que finalice el curso liguero. El repaso del Granada –equipo menos goleador del campeonato– en tan sólo media hora, pone de manifiesto la fragilidad de este Betis al que las ausencias de Pezzella –jefe de la defensa heliopolitana– así como la de Dani Ceballos –único futbolista con amor propio en ese vestuario– le pasó factura.

La presión extra con la que el Betis va a encarar una semana decisiva no era necesaria. Bastaba con dar la cara en Los Cármenes, pero el equipo decidió dar de nuevo la espalda a su afición, desplazada como siempre en buen número para la ocasión. El ridículo no pudo ser mayor. Enfrente estaba uno de los peores equipos del campeonato. No había excusas, ni las hay después del espanto de partido que ofrecieron los de Víctor Sánchez del Amo.

La única esperanza para los béticos es ganar el derbi. Sacar algo de pecho y justificar el abono antes de que termine otro año en el que el conjunto verdiblanco sólo estuvo una semana en el objetivo que marcó la entidad para este año. Con esa actitud será difícil llegar a los diez primeros. Y eso que los que vienen por detrás han demostrado ser inferiores a los heliopolitanos, aunque ayer no lo pareciera. Para que se hagan una idea, hasta que comenzara el partido disputado anoche en tierras granadinas, los locales habían marcado 17 goles en lo que iba de Liga. Una media de 0,77 goles por partido. Pues 45 minutos bastaron a los de Lucas Alcaraz para tumbar esa estadística y endosar un 3-0 a un pobre Betis.

Desde la jornada 9, con Gustavo Poyet todavía en el banquillo, el Betis no logra ganar lejos de su estadio. Aquel día remontó con apuros un partido que Osasuna encarriló mucho antes. Han pasado casi cuatro meses, se ha cambiado de entrenador y se ha reforzado al equipo con dos fichajes. Medidas insuficientes para cambiar la cara de un equipo mediocre, sin hambre, excesivamente vulnerable en defensa e inocuo en ataque.

Hay siete días para preparar el enfrentamiento ante el Sevilla, que en este tiempo tiene que jugar todavía dos partidos, uno de ellos de bastante envergadura en Champions. Parte con cierta ventaja en ese aspecto y, además, recupera a dos jugadores fundamentales en el sistema como Pezzella y Ceballos. Por si fuera poco, jugará en su estadio. No hay excusas ni debe haberlas para un equipo con este presupuesto, pero mucho menos en una semana como esta. Otro ridículo como antaño en Heliópolis y más de uno tendrá que agachar aún más la cabeza en la planta noble, pues este proyecto no ni si quiera se asemeja un poco al que prometieron en el inicio de temporada. Ganar el derbi en categoría alevín, que el segundo equipo supere al tercero de los sevillistas u otros tantos consuelos no servirán de nada si en siete días el equipo vuelve a hacer el ridículo.