Dice James Gorman, el director ejecutivo de Morgan Stanley (a sus empleados durante una vídeo conferencia) que si quieren que se les pague «los sueldos de Nueva York, trabajas en Nueva York. Nada de eso de que, ‘estoy en Colorado y trabajo en Nueva York y me pagan como si estuviera sentado en la ciudad de Nueva York», dijo. «Lo siento, eso no funciona» añadió.
Es curioso esto que dice el ejecutivo de Morgan Stanley y me hace pensar, por ejemplo, en esos productos que se fabrican en China (se deslocalizaron fábricas y se perdieron miles de empleos en países de Occidente). Esos productos son mucho más baratos y, sin embargo, se cobran como si se hubieran seguido fabricando en cualquier ciudad europea o norteamericana. Con esto no tiene problema el señor Gorman.
¿Ha bajado la productividad de su plantilla? ¿El trabajo se ha llevado a cabo o todo se ha venido abajo? Pues ya les digo yo que en Morgan Stanley las cosas van más que bien y que el trabajo es el mismo y se realiza sin problemas.
Este señor no quiere entender que el teletrabajo se irá imponiendo en la rutina empresarial y que evitará más problemas de los que ocasionará. Es difícil entender cómo este señor no ve las bondades de una forma de trabajar que ha sacado a la economía mundial de un bache que parecía insalvable, que está logrando una enorme conciliación de la vida laboral y personal. De un día para otro, los empleados de miles de empresas de todo el mundo cambiaron su forma de trabajar y lograron sacar adelante la situación más extrema que el mundo empresarial ha tenido que soportar en los últimos cien años.
Por cierto, un empleado cualquiera debe ganar un sueldo acorde a su valía, a su compromiso, a su grado de responsabilidad, a la capacidad para resolver problemas en la compañía... Su lugar de residencia debe ser una anécdota. Solo faltaba que los de Sevilla tengan que cobrar menos que los de Madrid o Barcelona. Es lo que faltaba.