La Tostá

Un tal Niño de Marchena

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
03 dic 2019 / 08:33 h - Actualizado: 03 dic 2019 / 09:53 h.
"Flamenco","La Tostá"
  • Niño de Marchena con Eva Duarte de Perón. / El Correo
    Niño de Marchena con Eva Duarte de Perón. / El Correo

Tal día como hoy, del año 1976, moría en Sevilla José Tejada Martín, el célebre Niño de Marchena, sin la más mínima duda uno de los tres o cuatro genios más grandes del cante andaluz, flamenco o jondo. Intentaron borrar su memoria y su obra, pero siguen más vivas que nunca. Lo intentaron, curiosamente, defensores de determinados artistas gitanos que eran los primeros valedores del gran cantaor. Por ejemplo, Tomás Pavón. Una tarde estaba el hermano menor de Pastora Pavón sentado en la puerta de un bar de la Alameda y se sentó a su vera un cantaor gitano que no se significó precisamente en la defensa al marchenero. “Es que no es flamenco, Tomás. Tiene una voz bonita, pero no jiere”, le dijo. Tomás, que, como dijo una vez Juan Talega, era “de moco pavo”, se levantó y le dijo al cantaor gitano: “Ese es más flamenco que tú sin ponerse los calcetines”, y lo dejó con tres palmos de narices en el velador. Pastora, la hermana de Tomás, celebraba cada año una fiesta en el sótano del Bar Pinto, en la Campana, siempre que el maestro de Marchena acababa una gira importante. No solo lo adoraba como cantaor, sino como persona, y lo defendió muchas veces cuando lo atacaban. Se enfrentó un día al mismísimo Manuel Vallejo, al que respetaba y admiraba, porque ofendió a Marchena llamándolo “Pepe el Folclórico”. O sea, que importantes artistas gitanos fueron muy admiradores de José Tejada, como los nombrados o Manuel Torres, Manolo Caracol, Gabriel Moreno o Antonio el Chocolate. No tanto Antonio Mairena, aunque le diera su sitio alguna vez, porque no era torpe. Le llamó en cierta ocasión “ídolo falso”, seguramente porque tendría un mal día. Marchena también se las traía, aunque solía ser respetuoso con sus compañeros. Pero en ocasiones se creía por encima del bien y del mal, quizá porque era consciente de que fue el número uno mientras tuvo fuerzas para cantar. Se creía, en efecto, el dios del cante. En cierta medida lo fue, porque si se puede hablar de un revolucionario en el cante flamenco, ese fue Marchena. Llegó, puso el cante patas abajo y ya nada fue igual. Es verdad que había lagunas en su estilo y en su obra y que llegó a endiosarse de una manera casi enfermiza, algo muy normal en los genios. Pero él llevó la petulancia a límites desconocidos. No porque se llamara así mismo el Maestro de Maestros, como solía hacer desde que el célebre Bobi Deglané lo bautizara de esa manera, sino porque se le fue un poco la olla, como a Mairena, que hasta llegó a crear la Orden Jonda del Mairenismo. Como sabemos, la modestia no es una característica de los genios. Marchena lo era, cantó como nadie de su tiempo y fue un verdadero creador. No solo creó un estilo personal y único, sino un palo, la colombiana. Y diversos fandangos, un cante que revolucionó hasta el punto que detrás de él salieron mil fandangueros, la mayoría siguiendo su estilo. Pero además, Marchena dejó grabados un montón de cantes por soleá, seguiriyas, cañas, saetas, tarantas, granaínas o malagueñas, de una manera admirable. El que sabe cantar y tiene condiciones, lo canta todo bien. Por eso hace 43 años que murió y todavía está vivo. No solo vivo, sino actual, porque su estilo no ha envejecido.