Hoy el día ha dado a luz una preciosa mañana. Hay un brillo celeste y resplandeciente en el aire de las calles. El sol irá quebrando la luz por las esquinas y resbalará lentamente por las paredes durante el día hasta que se acabe. A lo largo de sus horas, esa luz habrá roto la ciudad en mil colores y, a medida que vaya amaneciendo la noche, acabará tornándose en el azul más profundo para el firmamento de la ciudad y de los sueños.
El alegre alboroto de los niños, las leves charlas de transeúntes, el bullicio de la calle en un ir y venir de anhelos y tareas y la curiosidad y admiración de los que llegan de visita dan melodía a esta Sevilla que nos habita, siempre alegre.
¡Qué marco más bello para el anuncio! Sí, ya agotando la Cuaresma, se pregona el gozo de la Semana que nos lleva a la Pascua. La reflexión, el arrepentimiento, el perdón y la esperanza han abierto las puertas a los días que conducen a la gloria, al júbilo de contemplar de una vez todos los Misterios de la Pasión.
Hoy, con la ansiedad y las ganas del gozo que se anticipa, Enrique Casellas, un sevillano de una vez descorre desde su alma las cortinas de esos Misterios, los de Dios y su Santísima Madre en Sevilla. Nos los mostrará en el fanal, tan celeste y radiante como el día, de una ciudad que los guarda desde siglos y los saca majestuosamente a las calles. A todos asaltará la memoria de los que nos hicieron llegar hasta aquí por los caminos del amor. Todo será una evocación de recuerdos y sensaciones, de nervios y temblores de cuerpos y de miradas. Todo será una invitación para mirar hacia Arriba. Todo será un cántico, el cántico de Enrique, a la gloria y la grandeza que llevará por el amor de Dios a la alegría de la Pascua. Momento en el que todo empezará de nuevo.
Por la promesa de Jesús de Nazaret nuestra alma podrá iniciar una nueva vida de compromiso y testimonio. Ay, si en todo se empezara de nuevo, para arrumbar el engaño, la falsedad y la mentira de los malandrines que roban el gozo a la vida.