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Una entrada digna a Triana

Nunca he creído un premio nacional más justo ni un merecido homenaje a la zona más puerca que el que merecería la guarrería y la cochambre de la entrada a Triana.

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27 nov 2020 / 07:25 h - Actualizado: 27 nov 2020 / 19:59 h.
"Desde la espadaña"
  • Una entrada digna a Triana

La dignidad de la entrada al barrio de Triana por su puente no puede llamarse hoy en día Altozano. Sucede que, en esta plaza del Altozano, su dignidad pivota sobre tres personajes ilustres: Juan Belmonte, Aurelio Murillo y Alberto Jiménez Becerril. El primero porque en su niñez era común verlo jugar con un trapo a modo de muleta por esta entrada a Triana. El segundo porque fue el responsable de sembrar el enorme ficus de la zona y del que buscamos cobijo cuando aprieta el Lorenzo o nos sirve como punto de encuentro entre amigos. Y el tercero por ser el único responsable, creyente y tenaz de que el Mercado de Triana debía tener el actual aspecto y olvidar sus toldos y ventas al aire pasando de una vez por todas al verdadero siglo XX. Pero la pena es que hoy, esta visión histórica se rompe como pura porcelana cuando cruza usted el puente y observa como el Altozano se ha convertido en una especie de vertedero municipal reglado con demasiados contenedores (algunos en estado deplorable) al que algunos de Plaza Nueva no les ven otra solución que un pertinente manguerazo mañanero simplemente como una cuestión simbólica y justificativa de un cómodo sillón.

La historia de la Plaza del Altozano siempre ha estado repleta y ligada a la historia de Sevilla porque no sólo fue la entrada de víveres desde el Aljarafe o punto de resistencia contra invasores sino lugar de la Coronación de la Virgen de la O y, simplemente, el kilómetro cero de un barrio que se encuentra entre los diez barrios más conocidos del mundo.

Cuando se entra en el Altozano uno, aunque no quiera, termina por ser ese maleducado que se queda a gusto cuando observa la ordinariez y suciedad que se encuentra bajo los pies del ficus. Hace años en ese mismo lugar se colocaba la caseta municipal del distrito Triana para la Velá de Santa Ana y donde corrían los tickets de invitación tanto como roedores tiene la zona. Todo hasta que unos años más tarde, la Intervención del ayuntamiento hispalense decidió que no se siguiera jugando con el dinero público y la retiró. Posteriormente, su lugar fue ocupado por los vendedores ambulantes de esta fiesta grande de Sevilla, pero ¿y el resto del año? Pues es un vertedero pilón de porquería acumulada, comedero de cientos de roedores y un pulverizador de olores fétidos para todos los vecinos de la zona, su hostelería y el turismo escaso que llega en estos tiempos por el barrio.

En el 2013 Lipasam creó un proyecto de soterrado de contenedores precisamente en el mismo anillo que ahora el Ayuntamiento planea implantar su Plan Asfixia de movilidad para Triana y que incluía la Plaza del Altozano. Aquello no cuajó con la crisis económica del momento y con unas arcas municipales bajo cero. Desde entonces, todo sigue igual hasta nuestros días donde el paraíso que podría ser la entrada a Triana se ha convertido, como digo, en ese indecente almacén de residuos orgánicos e inorgánicos y donde la zoología se está haciendo con un lugar más que preferente.

Quieran o no quieran este es el guion que cualquiera observa cuando llega a Triana porque el derecho que tenemos todos de encontrarnos con unas calles limpias, aquí se lo pasan por la misma bragueta. Y yo me pregunto que si no hace falta mayoría absoluta en el Consistorio para arreglarlo ¿por qué no se hace? Tanto las denuncias vecinales como desde la propia Junta Municipal se ha reclamado una solución para esta cochambre de mierda diaria, pero hasta ahora sólo tienen agua de caldo barato cada mañana que es como echar un cubo de agua al océano. Por eso, la solución pasa por cogerle el gusto a eso de solucionar problemas a los ciudadanos y ya vendrá después una dosis de vaselina para limar asperezas porque quieran o no, la entrada a Triana es un monopolio de cochambre y el desatino por el no arreglo ¿o es que cree usted que alguien se hace una foto al pie del ficus que, por otro lado, es la puerta de entrada a la calle Betis? En estas cuestiones de salud pública son las gerencias de las empresas las que deben tener la iniciativa y no funcionar a golpe de denuncia vecinal. De hecho, a pesar de la reclamación de los vecinos, es una incógnita saber si algún día, alguien se tomara en serio acabar con esta imagen. Porque si creen que los vecinos son tontos se equivocan y se estará cometiendo un error de bulto al no acometer este problema de salud, estético y turístico. Así que mientras el felino marca su territorio orinando en el perímetro, Triana lo hace con su fétido punto de entrada.