Viéndolas venir

Una niña a la deriva

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Álvaro Romero @aromerobernal1
30 jun 2021 / 11:04 h - Actualizado: 30 jun 2021 / 11:07 h.
"Inmigración","Viéndolas venir"
  • Imagen de unos de los tripulantes de la patera rescatada a 500 km. de Gran canaria. EFE/Ángel Medina G.
    Imagen de unos de los tripulantes de la patera rescatada a 500 km. de Gran canaria. EFE/Ángel Medina G.

Ha muerto una niña de cinco años después de pasar 17 días a la deriva en una patera procedente de África, dicho así a voleo continental porque podía ser Mauritania, cualquier punto del Sáhara... En fin. El fin lo ha encontrado la pequeña en el mar, tan inmenso como amargo. Y trato de imaginarme la odisea de 17 días y 17 noches en una patera con sus padres (o tal vez no lo eran), y trato de ponerme en su piel fina de cinco añitos, y miro a mis hijos y miro a mi país y miro al mundo, más rechoncho que redondo, y pienso que la prueba de que esté tan mal repartido reside en que haya políticos dedicados a sembrar el odio incluso en las olas del océano. También los hay volcados en aprovechar ese odio para hacer compost rentable en sus campañas. E incluso los que se afanan en la indiferencia de la globalidad porque creen que el mundo termina en los barrios que los votan.

La deriva de la niña, durante tantos días en el limbo de un mundo que también existe, es la deriva de nuestro mundo tantas veces irreal. Es la deriva de una sociedad cuarteada en varios mundos, la deriva de una cosmovisión occidental que alimenta su hegemonía sobre la miseria de quienes nada pueden, ni vivir siquiera, ni respirar, ahogados en el tremendo oleaje que los ignora porque no cotizan en ninguna parte, porque, en la práctica, hablando en plata, es como no existieran, y solo lo hacen cuando sus tragedias inundan nuestros telediarios, preocupados por lo común por los otros niños que tienen derecho a sus viajes de fin de curso y hablan de secuestro sin saber lo que significa vivir secuestrados de por vida hasta que la muerte los libere.

La deriva de esta niña, anónima de dolor e insufrible indiferencia hasta que el helicóptero bajó a por ella, es la deriva de todos nosotros, que flotamos sin conciencia en un mundo que no nos pertenece, que nos ha tocado al azar como a esa niña el suyo. Haríamos bien en contarles esta historia de terror a nuestros hijos para que busquen al menos alguna solidez en la sociedad líquida que los acecha.