A finales de 2022 nació un nuevo novelista en Sevilla. Alberto Gila (Sevilla, 1992), publicó su opera prima, Antes (editorial Círculo Rojo), como homenaje a su inolvidable abuela Rosa, a la que Alberto admiraba y quería -y quiere- intensamente porque, entre otras virtudes, “era pura entrega a los demás”, afirma el autor, de ahí que la recaudación de esta nueva obra de narrativa la vaya a destinar al colectivo femenino Remama. Alberto Gila -que ha adoptado como novelista el apellido de su abuela- nos habla así de Remama en su web: “Cuando ya estaba terminando de escribir Antes, conocí, por una tía de mi pareja, a la Asociación Remama, un grupo de 20 heroínas. Son mujeres que padecen o han padecido cáncer de mama y que decidieron asociarse hace un par de años para practicar el dragon boat, una modalidad de remo de origen asiático que les ayuda mucho en su recuperación física. Reman en Albolote (Granada), pero no solo practican deporte, sino que gracias a esta iniciativa han formado un vínculo mágico entre ellas y se lo pasan genial. Yo mismo he sido testigo cuando las vi competir en Sevilla”.
En la novela se sintetizan dos factores centrales: una cuidada e intensa labor investigadora sobre la historia de Sevilla y Andalucía y un homenaje a la memoria y vivencias de nuestros mayores, algo que en estos tiempos de carpe diem y marginaciones representa todo un acierto. Alberto Gila tuvo en Rosa una fuente oral de información de primer orden y, como los buenos escritores de novelas históricas, su necesidad de conservar las historias familiares que le narraba su abuela Rosa, unida a su pasión por la historia, lo llevaron a embarcarse en el apasionante proyecto de escribir su primera novela. Así, desde 2019, comenzó a registrar en audio todas sus conversaciones con ella hasta que fue tomando forma Antes, preludio de una segunda parte, que se centrará al completo en la vida de Rosa.
La novela parte de esa Sevilla del siglo XIX, la de los Montpensier. Recoge la sinopsis de la obra que una ola de frío asoló la península ibérica en enero de 1885. Tanto es así que en Sevilla se alcanzan temperaturas bajo cero. Rosa y Juan vuelven a su sala en su corral de vecinos de la calle Pureza, en Triana. Acaban de tener un duro día de trabajo en el palacio de San Telmo, sede de los duques de Montpensier. Llevan ya unos años en la gran ciudad, desde que, pioneros ellos, dejaron su Cenascuras natal, una pedanía del pueblo granadino de Gor, repleta de casas cueva. Por unos instantes, el frío que hace les trae recuerdos precisamente de su lugar de origen. No se les ocurre otra cosa que tratar de entrar en calor. Y de ese frío, nueve meses más tarde nace Manuel, un chiquillo inquieto, con don de gentes y con el sueño de convertirse en torero. Era una España en la que los ídolos no jugaban al balompié, sino que vestían trajes de luces, aunque se empezaba a escuchar algo de ese deporte inglés. Ese sueño de aquel muchacho les daría muchos problemas a sus padres...
Por su parte, en Úbeda, una familia bien posicionada, con un carpintero reconocido como pater familias y con una costurera con su propia máquina de coser, se ve impactada de lleno por un horrible suceso. Campo y ciudad, casas cueva y corrales de vecinos, Feria y Semana Santa, emigración y vuelta a los orígenes, todo se entremezcla hasta terminar de nuevo en Sevilla capital. La Sevilla decadente del último tiempo de los Montpensier, que tanto habían hecho por ella, parece querer volver a despertar con una exposición que se abra a las antiguas colonias americanas... No obstante, los nubarrones se ciernen sobre España y eclosionan en una terrible guerra civil donde se olvida el civismo más básico. Y dentro de esa terrible situación hay espacio para la vida. Y tan atrevida es esa vida que unos locos pueblerinos se atreven a llamarla Rosa, la flor más bonita que existe.
Un buen número de sevillanos son muy dados a conseguir todo libro que trate de Sevilla. Aquí tienen un buen ejemplo, con lenguaje culto, pero no de minorías, con una importancia central de eso que los historiadores franceses, como George Duby, llamaron historia de la vida privada o cotidiana de la gente, en este caso de sevillanos y andaluces. ¡Cuántas enseñanzas estamos perdiendo en un tiempo en el que nos sentamos muy poco con nuestros ancestros, por las prisas y porque con frecuencia no viven con nosotros! Alberto Gila ha superado ese tremendo defecto social, esa carencia, para plasmar en una novela -y en otra que llegará- la sabiduría de nuestros mayores que él ha completado con el estudio de la historia y el esfuerzo propio de todo escritor de verdad.