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Pasa la vida

Unai, despabílate con Suiza

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
29 jun 2021 / 08:06 h - Actualizado: 29 jun 2021 / 08:07 h.
"Pasa la vida"
  • Unai, despabílate con Suiza

¿Es un campo de fútbol o un diván? ¿Es una selección de campeonato o un curso de verano de psicoterapia? ¿Son doce hombres sin piedad del rival o la asociación de amigos de ayudar al adversario? España encara los cuartos de final de la Eurocopa de fútbol tras vivir en el sofá hogareño tantos vaivenes como en los asientos de una montaña rusa. Al compás de la peculiar personalidad de Luis Enrique, un entrenador que se pone el mundo por montera y es tan desconcertante que tiene propensión a regatearse a sí mismo con sus decisiones. Tanto en sus bandazos como en sus firmezas. El equipo está con él. Y se comporta como él. Capaz de lo mejor y de lo peor. Cada partido tiene tanta variedad de ritmos y estados de ánimo como una sinfonía de Chaikovski. Pletórico. Dubitativo. Apasionante. Melancólico. Colosal. Inseguro. Bellísimo. Patético. El compositor emblemático de San Petersburgo, donde el próximo viernes España necesita dar con la tecla y derretir la euforia de Suiza tras hacer saltar la banca (privada) eliminando a la engreída favorita del torneo, la Francia campeona del mundo.

El duelo resuelto ante Croacia ha sido una apología del trastorno bipolar. La selección española comenzó a un gran nivel, empequeñeciendo a la encabezada por Modric, y lo celebró regalándole un gol de chiste. El absurdo fallo del guardameta Unai Simón al no poner bien el pie para controlar la tranquila cesión del balón hacia sus dominios puede batir la plusmarca de producción de 'memes' por minuto para la coña en las redes sociales. Alineada con la vocación de abocarse al sobreesfuerzo para redimir su desapego hacia el pragmatismo, el equipo español tuvo el mérito de retomar la capacidad de jugar con pases rápidos y movimientos coordinados hasta el punto de desarbolar el entramado defensivo croata. Tras hacer lo más difícil y poner en el marcador un 3-1 de dulce gracias a la suma de desparpajo, talento y colaboración, en los minutos finales de la segunda parte volvió a emerger su falta de cuajo para frenar el zafarrancho del rival. Como si le hubieran prohibido hacer faltas lejos de su portería como táctica de perogrullo con la que impedir los contraataques y ayudarse en el repliegue, España era incapaz de manejar la cuenta atrás hacia la victoria, su talante se reblandecía como si estuviera disputando un partido amistoso de pretemporada. Y le dio una prórroga a Croacia para el cara o cruz de la clasificación.

Tras volver a la casilla del masoquismo, y despejar de sus mentes la vitola de perdedores morales por haber desaprovechado su notable superioridad, la selección española espantó el miedo escénico al fracaso y encauzó en Copenhague un final doblemente feliz a través de Morata, el jugador que más necesita liberarse de la presión sobre el qué dirán si no mete gol. Tras una experiencia de la que extraer muchas lecciones para acelerar su proceso de maduración, el psicólogo de la selección debe pedir refuerzos. Porque en este carrusel de vaivenes emocionales, pueden transitar demasiado rápido del fatalismo al exceso de confianza, del convencimiento a la falta de autoestima. De ser un bloque a ser un flan. Unai, despabílate con Suiza porque quien se viste de guardameta debe transmitir en todo momento sensación de ser el que manda en el área. Te lo agradecerán millones de españoles que el próximo viernes, a partir de las seis de la tarde, no quieren merendarse otra jaimitada.