Vamo a animarnos (IV)

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21 abr 2022 / 12:19 h - Actualizado: 21 abr 2022 / 12:22 h.
  • Vamo a animarnos (IV)

Nos deben dos ferias, sí. Pero también debemos nosotros dar las gracias a Dios y a la vida por poder volver a vernos todos. Una vuelta a la normalidad que nos llega con el tic tac del reloj advirtiéndonos que ya no somos esos chavales que con veintitantos solicitamos una caseta y que tras 23 largos años de espera obtuvimos.

Entramos en otra etapa, nos guste más o menos, donde el protagonismo empezará a caer poco a poco en otra generación, la de Ricardo, Enrique, Lucía, Nora, Pedro, Ignacio o Blanca, y tras ésta, otra mirando de frente que también empuja, ahí están Sofía, Elena, Carmen, Enrique, Fernando, Fran, María, Lola...

Eso sí, los que estamos montados en los cincuenta lucharemos contra esa regla no escrita de la Feria de abril, esa donde seguiremos intentando ser imperecederos durante una semana, esa en la que queremos seguir teniendo el micrófono, dedicando canciones y bailando aunque nos duelan los pies, pero es cuestión de tiempo que precisamente el tiempo -el don más preciado- nos vaya diciendo en que parte de la caseta vamos a pasar la mayor parte del disfrute, si en el tablao o en la trastienda...

Escrito esto, convendrá el lector conmigo, que el tiempo hará su trabajo, pero pese al trabajo de desgaste que haga, va a encontrar en nosotros un obstáculo insalvable basado en la ilusión, el deseo y las ganas de –sencillamente- pasarlo bien. Y nos rebelaremos con orgullo deseando ver pasar cuántas más generaciones mejor, y saber gozar viendo y sintiendo el disfrute de nuestros hijos...en eso también consiste la feria, en eso también consiste la vida.

Me gustaría compartir una reflexión de un moralista y escritor suizo, Henry F. Amiel, que decía “saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir”.

Nada más y nada menos. Mientras tanto, ¡sé feliz y Buena Feria! y –esta vez más que nunca- la primera manzanilla al cielo para brindar por quienes nos ven desde arriba.