La vida del revés

Vayamos dando la bienvenida a la tercera ola de la pandemia

Image
29 nov 2020 / 17:33 h - Actualizado: 29 nov 2020 / 17:33 h.
"Opinión","La vida del revés","Coronavirus"
  • Vayamos dando la bienvenida a la tercera ola de la pandemia

No hemos aprendido nada. Se cometen los mismos errores que se cometieron desde que se conoció la existencia del SARS-COV-2. Esta pandemia parece eterna y siempre hay una razón para hacer lo que no debemos.

No le tenemos demasiado respeto al coronavirus y con cualquier excusa salimos a la calle en masa. Después del confinamiento, nos dijeron que había que disfrutar del verano y que esto era agua pasada. Eso supuso un desastre sanitario absoluto que seguimos sufriendo. La segunda ola ha sido más letal y más larga que la primera. Botellones, fiestas sin medidas de seguridad, fiestas en colegios mayores que han comprometido la enseñanza de universidades enteras, transportes públicos atestados de personas... Y, ahora, los niveles de incidencia acumulada son 40 veces mayores que al acabar el confinamiento de primavera. Una tercera ola en un par de semanas o tres resultaría catastrófica. Las UCI’s a tope, los equipos sanitarios agotados, y una fatiga en la población que tensa mucho la convivencia.

Los políticos envían mensajes confusos a la ciudadanía. No pueden gastas tres millones de euros para tener la ciudad iluminada como si aquí no pasara nada y decir a la gente que se quede en casa o que salgan de forma ordenada. No puedes hablar de salvar la Navidad sin que las calles de la ciudad se llenen de personas. Eso de salvar la Navidad se ha convertido en un mensaje muy peligroso que invitaba al personal a hacer, otra vez, lo mismo que en verano.

Alguien debería tener en cuenta que las reuniones sin control y sin que la gente esté concienciada del peligro que suponen esos encuentros de Navidad (las casas son los lugares en los que más brotes se han producido) se pueden convertir en una tercera ola que ya se está produciendo en Estados Unidos e Irán con una letalidad superior a las dos anteriores. Las reuniones de Navidad no se pueden convertir en el prólogo de otras en los velatorios.

Parece que los políticos han intuido la que se está preparando y comienzan a cambiar el mensaje para advertir que una tercera ola es posible y muy probable si seguimos en la calle y relajamos las medidas y su cumplimiento.

No hemos aprendido y no parece que seamos capaces de hacerlo. Nos da igual ver cómo mueren miles de personas (en España, entre muertes directas por la Covid-19 y las que se producen como daños colaterales, nos faltan 70.000 personas), nos da igual lo que pase más allá de tres meses en el mejor de los casos. No se puede salir a la calle y sumarse a la masa para luego criticar a los políticos. El que sale y se suma a la masa lo hace porque le da la gana. Lo políticos son torpes y conviene no fiarse de ellos, pero hay cosas que dependen de los ciudadanos. Si llegas a la calle y aquello es un hervidero, te das la vuelta y regresas a casa. Es muy fácil.

Por cierto, ¿qué hay que celebrar en España? Personalmente, no tengo ni una sola razón para abrir una botella de cava o bailar o cantar villancicos. Demasiado sufrimiento, demasiada muerte. Si estas navidades la cosa se reduce a estar con la familia charlando, hacer un pequeño regalo el Día de Reyes y poca cosa más, estaría encantado. Debe ser que estoy chapado a la antigua, pero el respeto a los muertos poco tiene que ver con el consumismo descontrolado o con una borrachera.

Otro por cierto. ¿Vimos las calles tan asombrosamente llenas tras el confinamiento? ¿Y llegado el verano? Pues hemos tenido una segunda ola de aúpa sin tanta aglomeración previa. La que nos puede venir encima es colosal. Ya veremos cuántos muertos nos cuesta tanta tontería con la dichosa Navidad y su salvamento.