Un okupa es un sujeto que te roba tu casa, te impide que entres al menos a coger tu cepillo de dientes, llama a la policía si lo intentas pacíficamente y, desde ahora, gracias al Gobierno y a su nueva Ley Antidesahucios, si no te rompe la cabeza para meterse en tu casa, olvídate de ella por un buen tiempo. Eso sí, si te acercas a la de Pablo Iglesias a menos de medio kilómetro, corres el riesgo de que te detengan y te jodan la vida “por facha”. Según Europa Press, en el Decreto publicado, el Ejecutivo cambia el texto y señala que los desahucios no podrán suspenderse cuando “la entrada o permanencia en el inmueble se haya producido mediando intimidación o violencia sobre las personas”. Alguien parte la puerta o una ventana de tu casa, se mete en ella para habitarla ilegalmente y, como no será reconocido como violencia, no podrás hacer nada. Bueno, sí, poder sí puedes, pero el Gobierno socialcomunista te puede encerrar en las mazmorras del Régimen.
O sea, que a la pandemia y sus trágicas consecuencias sociales y económicas se unirá ahora la angustia de pensar que un día saldrás al supermercado y cuando regreses a casa estará habitada por un holgazán que prefiere robártela a sacrificarse por tener la suya propia, como hemos hecho la mayoría de los españoles. El perezoso tiene derecho a una vivienda digna, claro, según la Constitución, pero en vez de ir contra el Gobierno para que se la facilite bonita y barata, prefiere darle la patada a la puerta del piso de un trabajador y dejarlo en la calle. Luego nos duele que en Europa estén preocupados por la “escasa calidad democrática” que nos han traído Sánchez e Iglesias, que aunque a veces juegan a que no son iguales y que discrepan, en realidad son moscas del mismo excremento. Raro es que no haya habido ya alguna desgracia con el canallesco asunto de los okupas y que a alguien no se le haya ido la cabeza con una recortá en las manos. Ese no es el camino, desde luego. El camino es acabar con el Gobierno en las próximas elecciones.