Viaje a ninguna parte

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05 jun 2018 / 20:23 h - Actualizado: 05 jun 2018 / 22:55 h.
"Fin de pista"

Al agotamiento de la figura personal y política de Mariano Rajoy sólo le quedaba una salida: la convocatoria de unas elecciones generales que hubieran dado la palabra a esa voluntad popular que, tantas veces, se invoca para justificar las componendas de la grey política. Lo hecho, hecho está y ya no tiene vuelta atrás.

El registrador de Pontevedra ya es historia y su figura, posiblemente, ganará con ese tiempo que por primera vez no ha sabido administrar. Mariano quiso poner a prueba, una vez más, ese reloj de arena que otras veces ha contemplado impasible pero se negaba a dar paso a su sucesor natural, que no es de su partido. La jugada era tan jugosa que Pedro Sánchez, el reincidente ave fénix de la política contemporánea, no dudó en aprovecharla hipotecándose con el diablo.

El líder del PSOE sabía que nunca sería presidente con el apoyo de las urnas. Era un ahora o nunca que el flamante jefe del gobierno aprovechó saltándose cualquier barrera moral o lógica política. Su gente afirma que no agotará la legislatura y las urnas, definitivamente, deben ser el fielato definitivo de este viaje sin alforjas que ha hecho tocar fondo –o techo– a la desprestigiada clase política española. La corrupción toca por igual a los dos partidos que construyeron la tambaleante democracia española después de los titubeos de la Transición.

En este punto surgen certezas, pero también preguntas: ¿Son los partidos políticos y el actual sistema electoral garantes de la soberanía popular? Da miedo contestarla...