(VIII) El arte en tiempos del coronavirus: ¡¡¡al asalto de los cielos!!!

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27 abr 2020 / 12:29 h - Actualizado: 27 abr 2020 / 12:31 h.
  • Vista aérea de la ilustración gigante ‘Más allá de la crisis’, del artista suizo-francés Saype. Con ella, el artista pretende lanzar al mundo un mensaje de paz y positividad en estos tiempos de pandemia. EFE/ Valentin Flauraud
    Vista aérea de la ilustración gigante ‘Más allá de la crisis’, del artista suizo-francés Saype. Con ella, el artista pretende lanzar al mundo un mensaje de paz y positividad en estos tiempos de pandemia. EFE/ Valentin Flauraud

Reconozco que bastante de lo que he escrito aquí es un grito personal y que en el fondo poco se hará a favor de los artistas, porque somos muchos, el presupuesto para compras de obras por parte institucional bastante escaso, la inversión privada muy pequeña y a saber cuándo, a quiénes y cómo se utiliza la tan demandada Ley de Mecenazgo, ni el papel que en todo esto van a jugar Fundaciones y empresarios que se ocupan del fomento del arte y los artistas.

No tengo la bola de cristal activada en estos momentos, pero hasta hace no bien poco el público en general, optaba por adquirir un cuadro prefabricado y en serie en unos almacenes de bricolaje o una cerámica de pésima calidad fabricada en China, antes de acudir a los talleres de ceramistas y de artistas que habían en el casco antiguo, en Triana y en muchos barrios de nuestra ciudad, por lo que se han visto obligados a cerrar logrando con ello que todas las artes incluida la cerámica (también la orfebrería, herrajes artísticos, mobiliario artesanal,...) se vayan convirtiendo en objetos suntuarios aunque ciertamente lo son, teniendo en cuenta el costo en materiales, el tiempo empleado en cada obra, el diseño y el dinero desembolsado para desarrollar con seguridad el trabajo: desde ventilación a hornos, tornos, muflas, condiciones de espacio para pintar, modelar, colocar las piezas antes y después de cocerlas, lavar las manos, la calidad de los pigmentos, barnices, secativos, fijativos, imprimaciones, disolventes, arcillas, sueldos de personal, cotización como autónomos, pago a la seguridad social, el alquiler o mantenimiento del local (con los gastos de electricidad, comunidad de propietarios, tasas de agua y basura, impuestos, ...).

Quiero decir, todo aquello que no se valora ante una obra de arte, aunque se admire la destreza del artista. Tampoco los años de aprendizaje que han pasado hasta llegar a ese nivel de exigencia por parte del autor como para que se exhiba y se adquiera en el mercado.

Si miro a distancia, pienso que aunque mi sinceridad se da por descontado he sido demasiado políticamente correcta, entre otras cosas al evitar dar nombres de artistas que por decirlo de alguna manera se han dejado querer por los poderes. Estos –en una gran mayoría- son los que aparentemente han triunfado, aunque claro está, después vendrá el verdadero historiador del arte que es el tiempo y puede que bastantes de los que hasta ahora han formado parte de la pomada, sean ignorados en las generaciones siguientes y pasen al olvido desde el momento en que se produzca un cambio de estética o por pura biología, porque al irse de este mundo se vayan también sus obras, mientras que los que emerjan sean precisamente los olvidados ahora.

Muchos despachos hubo que decorar desde los comienzos de la Transición hasta el asentamiento de la Democracia en cada Consejería de las respectivas Autonomías del Estado y muchas paredes había que llenar de los numerosos -por generalizar- centros de arte. Las obras parecía que se adquirían a cualquiera que pasara por ahí o lotes impuestos por algunos galeristas o algún/-a influencers.

Mucho era el dinero que corría en España, que no era por entonces lo que podía considerarse un valor representativo dentro del panorama internacional de las artes plásticas, y por más que Tapies, Clavé, Saura, Oteiza, Millares y unos pocos más exponían fuera, no éramos considerados sino como un país demasiado atrasado después de la Autarquía y si se quiere secularmente ya bastante antes.

Esta es entre otras razones, por lo que se optó como apunté en el anterior artículo, por levantar centros municipales y “junteros”, que en el caso de Sevilla se traducen en las muchísimas salas que se habilitaron como escaparates para mostrar lo que aquí se estaba haciendo y muy poco de lo retrospectivo, como fueron la cesión temporal de una parte o la totalidad de conventos de clausura femeninos (sin tener que exclaustrar a las monjas que continuaban con sus “ora et labora” en dependencias medianeras), y sin establecer una cronología precisa, fueron:

Los de S. Clemente con dos salas de exposiciones además de ser la sede del C.A.S. (Centro de las Artes de Sevilla), todas las salas y espacios dependientes del I.C.A.S. (Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla) como son el de Sta. Inés (con sus dos salas y el compás), el de Sta. Clara donde se rehabilitó el cenobio casi completo, edificios como la ya desacralizada desde 1868 iglesia de Sta. Lucía, la Sala Kastelar, el ex mercado del Postigo del Aceite, las Atarazanas (que acogió la II Bienal Internacional de Arte), el mismo Monasterio de La Cartuja convertido en el CAAC, el ex convento del Carmen (antes de su rehabilitación para Conservatorio), la sala S. Hermenegildo (desde hace años vacía, sin programación y sin que se sepa su destino), las salas Turina, Atín Aya, Apeadero y el patio central del Ayuntamiento, la del Apeadero del Alcázar, el Centro de Cerámica de Triana, la casa de los marqueses de la Algaba, centros cívicos, algunas sedes de Distritos Municipales en cada barrio, espacios destinados a exposiciones en bibliotecas públicas (municipales y dependientes de la Junta), el Casino de la E.I.A., el ex convento Ntra. Sra. De los Reyes si bien mayormente dedicada a arquitectos, la Casa de la Provincia, o incluso el Parlamento (donde se han celebrado muestras colectivas), etc. y que me perdonen por favor, las que no cito.

Me he referido a las salas públicas, no a las privadas o entidades que muestran y mostraron lo que hacían los artistas como el Ateneo de Sevilla o la R.A. de Bellas Artes, entidades financieras como fueron el Monte de Piedad o las Cajas de Ahorros, Clubs deportivos o sociales como el Círculo de Labradores o el Círculo Mercantil, la Cámara de Comercio,...las Fundaciones culturales como FOCUS, algunos colegios profesionales, y por supuesto la extensa gama de bares entre los que sobresale por todas las actividades culturales que organizaba (y es de esperar que continúen) La Carbonería, restaurantes, hoteles, librerías, locales de autores o asociaciones, que florecían por doquier en la dorada Sevilla desde el comienzo del traspaso del poder/de los poderes.

Con respecto a las galerías y otros centros artísticos, no pueden olvidarse además de las que siguen en activo, las que se fueron creando y empezaron a promocionar a artistas sevillanos bastantes años antes, como fueron La Pasarela, M-11, Casa Damas o el Centro de Estudios Hispano-Americanos donde en plena etapa “tecnocrática” (a partir de los años 60 o incluso desde comienzos de los 50), se organizaban extraordinarias exposiciones de autores contemporáneos –algunos todavía en activo- o de esas décadas precedentes.

Las posteriores, las devenidas de la gran movida promovida como se decía entonces, hemos ido comprobando cómo algunas fueron cerrando, marchándose a Madrid y los autores dispersándose...hasta llegar al marasmo de la situación actual, en que sólo quedan las que han conseguido con bastante y loable esfuerzo por su parte seguir en activo, y -justo en estos momentos por los que pasamos- haciendo las exposiciones on line o publictando a sus artistas por mails y redes sociales.

En esa época de Oro(pel) la Movida era el Arte y había que estar en la Movida. También fue la de la consagración definitiva de los ya conocidos Gordillo y Laffón, algún que otro más y la de muchísimos jóvenes que despuntaban por entonces. Eran las Vacas Gordas que se dice coloquialmente. Después vendrían las crisis una tras otra y a la par que estos centros y los Premios vinculados a ellas, se fueron extinguiendo, clausurando salas públicas y privadas, se fueron abriendo otras como el C.I.C.U.S., la Fundación Cajasol, el CaixaForum, la Caja Rural del Sur y otras, por lo que da la sensación de que aquí cada artista va y vive al pairo.

He citado bastantes lugares donde los artistas han podido y sobre todo podemos mostrar nuestro quehacer, independientemente de las subastas o muestras destinadas a acciones benéficas como las que se organizan para el Banco de Alimentos, Pequeño Deseo, Proyecto Hombre, Ándex, ... y tantas otras que cumplen la doble función humanitaria y de promoción artística.

Como ya dije al principio, no soy futuróloga y no puedo adivinar cuál va a ser nuestro destino. Lo que pido desde estas páginas es que sigan abiertas todas estas plataformas y para lo que no queda otra que fomentar la educación, el amor al arte desde la infancia y por supuesto incentivar el coleccionismo, de modo que los artistas continuemos mostrando lo que hacemos porque facilidades hay –o deberían haber- para todos y una ciudad como Sevilla sin artistas, es algo que sinceramente no me imagino.

Para hacer y exhibir el arte, son necesarias todas las infraestructuras que al margen de las por otra parte polémicas subvenciones, son necesarias si se quiere continuar con esa parte de la Cultura que tanto nos representa como sevillanos y ciudadanos del mundo en definitiva, ahora que se ha demostrado que como la pandemia, el mundo –el arte y el virus- no entienden de fronteras.

No es sólo cuestión de fe o de esperanza, es cuestión de exigir y de reivindicar que la cultura como las carreteras,...es necesaria como vehículo de integración, valores económicos a potenciar, y ni más ni menos que fuente de divisas para el Estado. Por tanto, mi propuesta es que una vez se acabe la cuarentena hagamos cola en las Instituciones Públicas, en los centros de arte y galerías y dar la lata hasta que nos expongan y logremos alcanzar nuestros objetivos. El arte es una necesidad, no una banalidad y cada quien tiene su público o clientela. Así, que: ¡¡¡Adelante y a por ellas, herman@s!!!

P.D.1ª: No he querido entrar en la tan traída y llevada cuestión de género a la que nunca quise apuntarme, ni a cuotas, pero soy consciente de que las mujeres somos las invisibles de los invisibles y más en un país como este en donde por ejemplo en ARCO del año pasado sólo éramos un 4% de los artistas españoles y tampoco es plan que se nos recuerde sólo cada 8 de marzo.

P.D. 2ª: En relación a las Fundaciones vinculadas a empresas, entidades financieras o particulares, sería de agradecer en estos tiempos tan cruciales, una relaciones más fluidas con los artistas, bien en forma de patrocinio, bien adquiriendo obras para sus sedes, colecciones e incipientes museos que de seguro tienen y agradaría tenerlo.

P.D.3ª: Respecto a la información sobre galerías, centros oficiales, salas alternativas,...puede consultarse la Agenda de los periódicos cada día, las reseñas que les dedican los colegas en todos los medios, y publicaciones como Yuzin, El Giraldillo, cualquier revista española o internacional que dedique algunas de sus páginas además de a la moda y a los maquillajes,...al arte.