Albatros

Vinicius

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Jesús Ollero ollerista
27 may 2023 / 12:55 h - Actualizado: 27 may 2023 / 12:59 h.
"Fútbol","Racismo","Albatros"
  • Vinicius. / EFE
    Vinicius. / EFE

No voy a pararme en los hechos porque son claros y archiconocidos. Vamos al grano. A Vinicius lo expulsaron justamente en Valencia. La cuestión es que no debió irse solo en ningún caso. Vinicius se marchó aplaudiendo al árbitro, lo cual en cualquier otro caso le habría añadido gravedad a la roja que recibió. Vinicius se marchó con evidentes gestos de desear el descenso del Valencia, y ya sabemos que enfrentarse al público suele agravar estas cuestiones de sanciones y demás. Vinicius tiene que soportar en la mayoría de los campos todo tipo de insultos y desprecios. Peaje por ser tan bueno. Vinicius no ha aprendido nada, y gracias al poder de su club y su presidente no lo va a hacer nunca.

¿Por qué gritan a Vinicius? Sencillamente porque es buenísimo, el mejor de su equipo y de lo mejor de la Liga española. Y porque gestiona fatal las emociones. Ganando 10 millones al año (o los que sean), un profesional debe saber aguantar la presión y controlar la tensión. O aprender al menos. Todo tiene un límite, pero Vinicius no consigue controlarse casi nunca. Sus imágenes choteándose del marcador de turno son muy habituales, que si eres muy malo y tal. Lo del césped se queda en el césped y blablablá. Hay que defender a Vinicius en cuanto al posible racismo sin duda. A él y a todos. Y hay que acorazarse en más cosas porque en el fútbol todo se lleva al extremo y ofrece muchas veces lo peor de las personas. Igual de vomitivo, o más, me resulta escuchar en cierto estadio mesetarian ‘ea ea, Puerta se marea’.

La gente la toma con el pobre Vini porque sabe que su actividad neuronal tiene sus interrupciones. El Madrid estaba jugando en ese momento contra el Valencia con seis jugadores de raza negra, de color o como Belarra diga. Seis, nada menos. Más que blancos, y entre ellos estaba Benzema, francés de origen argelino. No le dijeron nada especial a Militao, ni a Rüdiger, ni a Tchouameni, ni a Mendy, ni a Rodrygo. Sólo a Vinicius. El Valencia tiene varios jugadores de color en su plantilla, y hasta cinco intervinieron en ese partido. No lo hizo Diakhaby, que protagonizó un feo episodio con Juan Cala a cuenta, según el jugador francés, de su negritud. España tiene sus cositas en cuestiones de racismo, cierto, pero si fuera una actitud generalizada le habrían dado un poco a cada uno, ¿no? Le gritan esas cosas a Vinicius porque es bueno de narices aunque NO es admisible que se las digan en ningún caso. Ni a él ni a nadie. Iñaki Williams ya lo padeció en el campo del Espanyol, pero ni está en el Madrid ni lo expulsaron ese día. Y el ruido, claro, fue infinitamente menor.

El que sí que es bueno, el mejor en lo suyo, es Florentino. Y eso que no ha abierto la boca. La artillería mediática ha sido implacable. Y la defensa a Vinicius, espectacular. Hasta el punto de que, en lugar de haber sancionado a Hugo Duro por ejemplo (agarró del cuello a Vinicius como un verdadero macarra) ha conseguido que su estrella sea una víctima inequívoca de la envidia y el odio. Ya da igual el guantazo que le dio a su rival cuando consiguió soltarse, dan igual los aplausos riéndose del árbitro, da igual que deseara el descenso del Valencia. Da igual que Vinicius, en lugar de haber aprendido algo, vaya a ir a peor con todo esto, con su actitud chulesca y con su pésima gestión de la tensión. La persecución a Vinicius cortada de raíz. Aunque sea a costa de la decisión más lamentable que se recuerda en cuanto a la sanción o no de un jugador.


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