Los medios y los días

Vírgenes del Paraíso Perdido

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08 dic 2021 / 04:00 h - Actualizado: 08 dic 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Tradicional baile de los seises en la Catedral de Sevilla. / El Correo
    Tradicional baile de los seises en la Catedral de Sevilla. / El Correo

Hoy es el Día de la Inmaculada, famoso, entre otras causas, porque Sevilla resultó más papista que el papa, según cantaba el roquero Silvio. La festividad se remonta a 1585. Supongo que muchos ateos que fuimos católicos tuvimos nuestra virgen tiempo atrás. Yo la tuve y no sólo una. Ahora las recuerdo con tristeza y nostalgia y con el mayor de los respetos para todos ustedes, los que aún las lleven en su corazón y en sus mentes. Que nunca se las arrebaten, esos y esas que en nombre de la izquierda atacaron, antes y ahora, la simbología religiosa, eran y son sencillamente unos ignorantes, no han estudiado la vida de los seres humanos y han confundido esa vida de búsqueda con odios y rencores propios, han atentado y atentan contra lo que es patrimonio de aquellos a quienes dicen defender: el pueblo, como aún lo llaman.

Mi primera virgen fue María Auxiliadora, me la mostraron las monjas salesianas del colegio de San Vicente. Ya dije en alguna parte que el día de la virgen de 2019, 15 de agosto, se me murió Sor Rosa Manso, Sor Rosita, como le decíamos, la monja salesiana que se esforzó lo indecible para enseñarme a dividir que no me entraba ni son calzador, siempre he sido alguien puro de letras, entiendo de macroeconomía pero me desespero con la microeconomía y con todas las ofertas inabarcables y engañosas que a diario me ofrece el mercado, lo mejor para no ser esclavo de ellas es moverse lo menos posible, no dejarse seducir por una supuesta y ventajosa oferta de una firma que cuando la has aceptado otra empresa la mejora. Hay que cultivar la razón y el espíritu, estamos alocados en parte por este hecho consumista. Los filósofos orientales predicaban la austeridad y el conocimiento interno, el cristianismo también y el poeta comunista soviético Vladímir Mayakovski dijo algo así como que sólo necesitaba dos camisas: una para ponérsela mientras se estaba lavando la otra. Cualquiera hace eso hoy, lo tomarían por un rácano fuera de onda cuando somos los demás quienes lo estamos.

Me vestí de monaguillo para salir en la procesión de María Auxiliadora. Conservo una foto en blanco y negro en la que estoy con las manitas juntas y una carita de santo que no me la quita nadie. Y mira el jodío niño en lo que se ha convertido, en un reaccionario de izquierda que se atreve a publicar sus escritos en un diario fundado por un cardenal, Marcelo Spínola; con él coincido en que no me gusta ver a gente pobre por ahí porque entonces qué pasa, ¿qué hay seres inferiores y por eso llevo toda la vida viendo pobres y toda la Historia estudiando pobres? A ver si vamos a ser nazis y no lo sabemos, entonces el mundo estaría lleno de pobres, sí, y además de idiotas o simplemente de personas inmaduras que atacan y eliminan con especial crueldad a los miembros de su propia especie.

Mi segunda virgen fue la Virgen de la Cabeza, siendo yo hermano de las Siete Palabras. A la pobre llevan años queriéndola destronar de su paso para colocar otra nueva, comprendo que si las hermandades y cofradías se pusieran a sustituir imágenes a toda pastilla hay quien saldría ganando económicamente y hay quien perdería algo que contiene mucha energía: la costumbre, el pasado feliz, la tradición, incluso el arte. La Virgen de la Cabeza es, por lo que leo, un ángel en realidad y sin embargo a mí siempre me ha parecido una mujer con una tez dulce y morena en su justa medida, ni mucho ni poco, como la mujer que he visto en lugares por ahí, pongamos que hablo de La Laguna, en Tenerife. Me sorprendían un poco los guardias civiles que acompañan a la Virgen de la Cabeza por aquello de que este cuerpo armado resistió en el Santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar, Jaén -donde no triunfó el alzamiento militar en un primer momento- los embates de los soldados republicanos que terminaron por conquistar y destruir el enclave. Dicen que la virgen titular del santuario desapareció por completo.

Lo que me queda del nacionalcatolicismo es un recuerdo a la vez unido y ajeno a él, un mundo en blanco y negro en el que vivían y saboreaban la vida, con todos sus obstáculos, mis seres más queridos, empezando por mis padres y siguiendo por el ambiente en general de mi barrio de San Vicente. Allí se quedaron mis dos vírgenes aunque, como verán, les estoy mintiendo, este artículo demuestra que siguen ahí, en mi mente, son las Vírgenes del Paraíso Perdido, un paraíso también en blanco y negro que dio paso a otro más real pero menos confortable.