La vida del revés

Viruela del mono, lo que nos faltaba

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19 may 2022 / 12:39 h - Actualizado: 19 may 2022 / 12:43 h.
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  • Viruela del mono, lo que nos faltaba

Seguimos viviendo una pandemia que paralizó el mundo durante semanas y que tiene en jaque, aún hoy, a países enteros. Corea del Norte ha pasado de Covid-19 cero a cientos de miles de contagios; China confina ciudades sin dudarlo; y en países como España nos ponemos de perfil mientras sigue muriendo gente y la incidencia no es nada prometedora.

Pero todo puede ir a peor. Ya lo creo. La alarma sanitaria y social ha saltado para anunciar la llegada de una nueva enfermedad (endémica en zonas de África y, hasta hoy, extraña en el resto del mundo): la viruela del mono. Aunque la letalidad que origina el virus que provoca la enfermedad no es demasiado alta, aunque la variante detectada es bastante atenuada, aunque muchos estamos vacunados de viruela (parece ser que protege mucho esa vacuna de la viruela humana ya erradicada) y el resto puede vacunarse; esta enfermedad llega para poner los pelos de punta a cualquiera. Genera dolores musculares, fatiga, fiebre y unas pústulas enormes y numerosas.

La actual pandemia nos ha enseñado que no conviene fiarnos de los virus. El SARS-CoV-2 iba a ser poca cosa y no lo fue. Este parece poca cosa y hay que intentar que se quede en eso, en un aviso. También esta pandemia que aún vivimos nos ha dejado claro que la globalización se convierte en un enorme problema si se trata de contener un virus en una zona determinada. Hasta este momento sabemos que se han detectado casos de la viruela del mono en Gran Bretaña, Portugal y España, pero si mañana se descubren casos en diez más países nadie se sorprenderá.

Somos muchos, tenemos contacto directo y diario con cientos de personas (cada uno de nosotros nos podemos llegar a cruzar con 1.500 personas a diario en ciudades como Sevilla o Madrid) y se hace imposible controlar algo como un virus.

Habrá que confiar en que las autoridades sanitarias hagan mejor, mucho mejor, su trabajo que en el caso de la Covid-19. Ya sé que es un ejercicio de fe absoluta, pero no cabe otra.