Desde la espadaña

Volver a empezar

Sevilla necesita una experta matrona para que el parto de refundación de la ciudad llegue a buen puerto tras un embarazo de COVID 19 declarado de muy alto riesgo.

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21 abr 2020 / 08:26 h - Actualizado: 21 abr 2020 / 08:28 h.
"Desde la espadaña"
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Lejos parece el día aquél donde el presidente del gobierno español comunicó públicamente a toda España que el COVID 19 iba en serio y que nadie se asustara si en los siguientes días se alcanzaban los 10.000 contagiados. Por aquel entonces, un familiar político muy próximo y directo, dícese el alcalde de Sevilla, desayunó con la sociedad empresarial y política de la ciudad y en ese acto de subidón de testosterona anunció que para anular la Semana Santa sevillana sería la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) la que debería llamarlo e imponerlo.

De aquellas hermosas y serenas palabras hemos llegado a un país con más de 200.000 contagiados y más de 25.000 fallecidos convirtiéndonos en el primer país del mundo en número de fallecidos por millón de habitantes y en personal sanitario contagiado. Y, paralelamente, un alcalde sevillano que sin llamada alguna de la OMS ya ha anulado la Semana Santa 2020, las velás de mayo y junio (horas le queda para anunciar la anulación de la velá de Santa Ana de Triana), el Corpus de Sevilla (supongo que se incluye el Corpus chico de Triana) y hasta la Feria de abril, porque, por más ojana que quiera darnos y por mucho papel de samaritano del que quiere ahora apropiarse sabe, y asume, que no se celebrará la Feria de abril una tercera semana de septiembre, más corta en tiempo de lo normal, con menor volumen de caseteros y sin atracciones infantiles. Una fiesta mayor que no corresponderá decidir al alcalde por más informes de viabilidad que haya solicitado, sino a las autoridades sanitarias, porque, de celebrarse, el fiasco económico, social y de imagen sería de nota en un mes donde los bolsillos están tiesos (palabra muy trianera), la vuelta a los centros educativos todo un hecho (ya veremos en qué condiciones de ratio por aula) y la vuelta al trabajo toda una proeza.

Como ven, estas son las nuevas políticas sociales y populistas que acechan nuestra geografía. Porque mientras la mitad de la gente en este país sigue falleciendo, la otra mitad está asustada porque lo que era algo insignificante comparado con la gripe común, realmente ha comprobado la tragedia del asunto mientras el gobierno central anda como pollo sin cabeza a verlas venir.

Está claro que ni España ni Sevilla se abrirán al público en cuestión de días y aunque haya una apertura a finales de mayo (tocando madera), esta ciudad tendrá que reinventarse. Este es el verdadero reto para el sevillano. Sevilla se ha criado bajo unos cánones de mega dependencia turística y eso es con lo que no podrá contar en los próximos meses y años. Ahora echaremos en falta ese turismo de calidad y no mochilero y haber mamado el patrimonio de la ciudad al completo que nos sabría a gloria para tomar ventaja.

Son tiempos de ayuda a la sociedad para salir de esta tragedia. Pero la ayuda no es sólo comprobar que la ciudad funciona en estos tiempos de pandemia sino la previsión de que la pequeña y mediana empresa de esta ciudad vuelva a abrir sus persianas con confianza, sin pavor y sin miedo a tener que cerrar definitivamente. Vamos a dejar de pensar en portadas feriales y magnas otoñales y apostemos por otros temas más necesarios.

Sevilla deberá refundirse porque preveo que tardaremos bastante tiempo en volver a ver colas para entrar en el Alcázar o la Giralda. Al final, daremos la razón al COVID 19 de que, con todo esto, el sevillano aprenderá a saborear el patrimonio de su ciudad y todo aquel que también se perdió por culpa de algunos que jugaban a caricaturas modernistas.

Si, como dicen, y es cierto, el turismo y la cultura será lo último en renacer, a ver que tiene pensado este ayuntamiento para que la ciudad no caiga en el sopor más terrible. Las hermandades y los comedores sociales están aterrados de lo que se les vendrá encima y los autónomos sevillanos están clamando ayudas para que puedan subsistir hasta remontar.

Si nuestros responsables políticos locales no hablan con claridad y su única salida es anunciar ojana de Feria de abril y supresión de velás, está claro que Sevilla y sus calles seguirán vestidas de luto muchos meses. Será un luto no de vestidos ni de balcones, pero sí en la voz y en los ojos de transeúntes y comerciantes, así como en los corrillos de las esquinas. Con esta pandemia y parálisis municipal de proyectos reales de impulso económico para la ciudad, preveo una poli latente donde la posible esperanza tornará en aflicción y de la alegría nos iremos al desconsuelo más absoluto.

Sevilla, esta ciudad cogida con papel de fumar donde devolver el dinero de las sillas de la Semana Santa llegará a ser todo un hito internacional y donde el caos circulatorio para este otoño será de aúpa cuando prevalezca la limitación de aforo en el transporte público, puede llegar a bloquearse igual que cuando caen dos gotas de lluvia y la ciudad se convierte en una ratonera golosa para cualquier felino. De momento, empezaremos el ensayo de cuaresma este mismo verano cuando nos impongan el numerus clausus en las playas y chiringuitos y nos digan que la proporción en bares será de un cliente por cada 16 metros cuadrados.