La vida del revés

Vox defiende al colectivo LGTBI. A los inmigrantes, ya veremos

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06 may 2020 / 13:37 h - Actualizado: 06 may 2020 / 13:57 h.
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  • Santiago Abascal junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa. / El Correo
    Santiago Abascal junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa. / El Correo

Alguien va a tener que avisar urgentemente a Jorge Javier Vázquez porque, hace unos días, el presentador más asentado en la telebasura cochambrosa dijo que su programa era para «rojos y maricones» negando a un colaborador, al mismo tiempo, la palabra porque estaba cercano a Vox. Estaba muy equivocado el señor Vázquez. Damas y caballeros, sorpréndanse, el señor Abascal ha dicho hoy mismo en el Congreso de los Diputados lo siguiente: «Nos podrá etiquetar e insultar como quiera, pero a nosotros nos importan los españoles independientemente de su color, edad, sexo y orientación sexual. Le ruego que abandone ese odio histórico de la izquierda hacia los homosexuales». Se refería al presidente Sánchez, claro.

Yo pensaba que no me quedaba gran cosa por escuchar que pudiera conmocionarme. Me equivocaba. El señor Abascal, presidente de Vox, es decir, presidente del partido político desde donde se lanzan ideas en contra de la adopción por parte de parejas del colectivo LGTBI, en contra de las bodas entre personas del mismo sexo, a favor de las conocidas como terapias curativas en las que se trata de convertir en personas normales a los gais (el que escribe, por supuesto, cree que los miembros del colectivo LGTBI son como el resto de mortales; tan normales como la condición humana nos permite ser). Santiago Abascal es el mismo que dijo en el año 2019: «queremos que un niño tenga un padre y una madre, pero si hay un niño al que nadie quiere y una pareja homosexual lo adopta, genial».

Por centrar un poco el asunto, recuerdo que Juan E. Pflüger, responsable de comunicación de Vox, dejó publicados algunos tuits maravillosos. Un ejemplo: «¿Por qué los gays celebran tanto el día de San Valentín, si lo suyo no es amor, es solo vicio?» Y se quedó tan pichi.

Pues nada, a esperar. Si esto sigue así, en cualquier momento sabremos que la condición sexual de alguno de sus líderes es susceptible de cambios terapéuticos y que los rojazos les hostigan día y noche.

Definitivamente, el confinamiento ha dado mucho de sí. Los hay que han batido records de estupidez, de cinismo y de arrogancia. Nuestros políticos son otra cosa.