Pasa la vida

Y ahora, ¿quién votaría a Boris y al ‘brexit’?

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
27 ene 2022 / 08:01 h - Actualizado: 27 ene 2022 / 07:28 h.
"Pasa la vida"
  • Y ahora, ¿quién votaría a Boris y al ‘brexit’?

Boris rima con horribilis, la célebre expresión utilizada en 1992 por la Reina Isabel II para referirse a las tribulaciones y polémicas que generaba su nada ejemplar prole por asuntos de faldas y pantalones. Todo eso eran minucias en comparación con la aceleración a lo largo de los 30 años posteriores de la disparatada deriva hacia la mediocridad de la gobernanza británica, de sus líderes políticos, de sus élites económicas y también de la familia real. Degenerando, degenerando, los personajes de Mr.Bean, Johnny English y Benny Hill han acabado siendo tipos mucho más serios que Boris Johnson y su gobierno. El gabinete que ha confundido las mascarillas anticovid con un juego de disfraces para ensayar cada dos por tres la segunda parte de 'El guateque'. El 10 de Downing Street, la mítica sede londinense de los primeros ministros, ha sido reformada en 13 Rue del Percebe. Desde aquí solicitamos al egregio Francisco Ibáñez que autorice a Mortadelo y Filemón a viajar urgentemente a la metrópolis londinense para colaborar con Scotland Yard en el esclarecimiento de estos episodios del tebeo. La inmensa mayoría de los ciudadanos nacidos o residentes en territorio 'british' no se lo toman a broma. Ahora son demasiado conscientes de que podrían haber fallecido menos familiares, amigos y vecinos a causa de la pandemia si en el puente de mando de un país con tantos recursos hubieran tenido desde el minuto uno a personas serias y competentes, y no a una camarilla de arribistas compulsivamente mentirosos, sin la más mínima empatía con la tragedia colectiva ni con el cumplimiento diario de las normas más básicas que decretaban para los demás.

Cuando Boris Johnson sea defenestrado por el Partido Conservador y presente a la fuerza su dimisión, porque ni siquiera ha tenido la dignidad de renunciar rápidamente al cargo para ahorrarle a la ciudadanía más días de bochorno moral y ridículo institucional, no quedará en primera línea de la política británica ninguno de los personajes que hace solo seis años lideraron o aprovecharon la patraña del 'brexit' como operación supuestamente patriótica para mejorar la salvaguarda de la prosperidad del Reino Unido. Están más que documentadas y contrastadas con todo rigor e imparcialidad la sarta de engaños y ocultaciones que tuvieron lugar antes y después del referéndum, antes y después de las negociaciones con la Unión Europea. Incluidas las manipulaciones con noticias falsas para influir en votar o abstenerse, en las que fueron cómplices o artífices quienes se frotaban las manos desde Estados Unidos y Rusia para colaborar en que se materializara ese error de proporciones históricas para la sociedad británica y para debilitar la fortaleza de Europa.

Les hace falta un '¡Basta Ya!' para reaccionar y volver a ser pioneros en los usos y costumbres de la democracia moderna. Ahora que han descubierto y sufrido la impostura de Nigel Farage, quien lideró la irrupción del Partido de la Independencia, el Vox de aquellas latitudes, y seis horas después de la victoria del 'brexit' en el referéndum de 2016 admitió públicamente que había mentido en el principal argumento que usaba en los mítines y anuncios para atribuir falazmente que pertenecer a la Unión Europea les costaba a sus convecinos 350 millones de libras a la semana, cuando era justo al contrario y Reino Unido gozaba de prebendas en el presupuesto comunitario. Y ahora que han conocido y padecido a Boris Johnson como el primer ministro más chufla y falsario que les ha representado, ¿cuántos le darían su voto de entre los 14 millones de personas que le apoyaron en los comicios generales del 2019 para gobernar y consumar el desanclaje de las instituciones comunitarias europeas? La ciudadanía británica, si quiere frenar esta sucesión de goles en propia meta, ha de encontrar en su legislación y en su praxis parlamentaria la vía no planteada hasta la fecha para proceder democráticamente a la celebración de un segundo referéndum en el que se vote con muchas más verdades por delante, y sea como una ley de segunda oportunidad que pueda revertir este periodo nefasto y abra la oportunidad de establecer un nuevo tratado de integración en la Unión Europea. De sabios es rectificar, y en Oxford y Cambridge aún quedan muchos para asesorar sobre cómo hacerlo.