Los enamorados entregan un anillo en señal de compromiso a las enamoradas. En algo así como que se cierra el círculo del amor: te quiero y te hago entrega de este anillo que es un prólogo de ese amor que te regalaré por siempre jamás, por ese cuidado que te tengo prometido para toda la vida. Algo así. Y las enamoradas que no terminan de recibir un anillo se ponen nerviosas pensando que aquello no cuaja y que se van a ver en un aprieto si el sujeto no se decide de una vez por todas. Entonces, pregunta: ¿Y el anillo pa' cuando? Por cierto, así se titula una canción famosísima de Jennifer Lopez; malísima, por cierto.
Los políticos tratan de enamorar a los votantes, les dicen cosas bonitas. Y el votante cuando ya se siente atraído por ese político, cuando cree que el noviazgo es una opción, le pregunta sobre el anillo político, que no es otra cosa que la solución a los problemas reales de la ciudadanía. Se comprometen, unos y otros, gracias al programa electoral y a la capacidad de tener en cuenta problemas concretos en el mismo. Uno se fija en las cosas importantes y promete solucionar los problemas. El otro se compromete a depositar el voto en la urna.
Con todo el follón político que tenemos organizado desde que PSOE y Ciudadanos presentaron la moción de censura en Murcia, hemos olvidado lo fundamental. Un día hablamos de tránsfugas, otro de Ayuso, al día siguiente de Pablo Iglesias abandonando el barco antes de tiempo... Y de los problemas ni una palabra. Damas y caballeros, los problemas de los españoles no existen para los políticos. Si alguien ha oído una sola propuesta con la que mejorar las cosas de los ciudadanos que me lo diga. Yo, desde luego, no he oído una sola.
La política se ha convertido en un espectáculo, un circo al que asistimos para alzar el pulgar o, al contrario, señalar en dirección contraria si queremos sangre y fracaso. Y no nos acordamos de hacer la pregunta más importante de todas: ¿Y el anillo pa' cuando?