¿Y la conciliación para cuándo?

Image
Pepa Violeta Pepavioleta
24 feb 2019 / 08:40 h - Actualizado: 24 feb 2019 / 08:47 h.
  • La diputada de Dinamarca del Parlamento Europeo, Hanne Dahl, vota mientras asiste a una sesión de votación con su bebé en el Parlamento Europeo en Estrasburgo en 2009.
    La diputada de Dinamarca del Parlamento Europeo, Hanne Dahl, vota mientras asiste a una sesión de votación con su bebé en el Parlamento Europeo en Estrasburgo en 2009.

Esta semana el diario Expasión publicaba una noticia que esperábamos como agua de mayo las feministas, para reafirmarnos en nuestra idea de que cuando el patriarcado quiere, puede ser muy eficaz en la aplicación de medidas que los iguale a las mujeres. Estamos hablando de la ampliación del permiso de paternidad. Pues sí, quizás para llegar a la igualdad real hacen falta medidas de este tipo. Pero nosotras que le sacamos punta a todo y no nos gustan que nos tomen por tontas, replanteamos el debate y le damos una vuelta de tuerca a esta tendencia de publicitar a bombo y platillo, cada acción que se supone nos acerca a la conciliación y que una vez sacamos la lupa y nos ponemos las gafas moradas, empezamos a detectar estrategia patriarcal a tutiplén.

El Gobierno ha incluido la ampliación progresiva del permiso de paternidad a 16 semanas en el decreto ley de medidas urgentes para garantizar la igualdad de trato entre mujeres y hombres en el empleo, que planea aprobar en las próximas semanas y cuyo borrador ha trasladado a los agentes sociales. El documento, al que ha tenido acceso la agencia Efe, establece un permiso de paternidad de 8 semanas desde su entrada en vigor (al día siguiente de su publicación en el Boletín Oficial del Estado), que aumentará a 12 semanas a partir del 1 de enero de 2020 y a 16 semanas desde el primer día de 2021.

Resumiendo, que dentro de un par de años, ambos progenitores disfrutarán de permisos iguales, intransferibles y retribuidos, con una licencia de seis semanas ininterrumpidas para ambos al principio y otras diez semanas para cada uno a distribuir hasta los doce meses desde el nacimiento o adopción.

Es evidente que esta medida populista no aborda la raíz del problema de la maternidad/paternidad, la conciliación y el compromiso de las empresas por dejar de considerar a la mujeres en edad fértil, trabajadoras de riesgo. La OMS recomienda seis meses de permiso y en España a día de hoy sólo contamos con cuatro meses. ¿No podríamos pensar que quizás sería más urgente ampliar el permiso de maternidad? No se digo yo, por valorar la posibilidad de que las madres cuenten con ayudas que les permitan vivir unos meses de crianza sin la presión de tener que abandonar la lactancia e incorporarse a la rutina laboral sin estar recuperadas. Igualdad es algo más que tener a los dos miembros de la pareja en casa durante los cuatro primeros meses de vida del bebé, teniendo en cuenta que el cuerpo de la mujer sufre un proceso de cambio que el hombre por mucho que empatice con su pareja, jamás pasará por él. La leche la segrega la madre y esto es una realidad impepinable, algo que no tiene en cuenta la clase política cuando le da por recurrir a decretazos pre-electorales.

En la carrera por conseguir derechos y privilegios desde luego ellos, nos llevan ventaja, por mucho que nos quieran hacer mirar para otro lado. En cuatro años los hombres han pasado de dos semanas de permiso de paternidad a dieciséis. Sin embargo ¿cuantos años tendrán que pasar para que las mujeres en España podamos disfrutar de los seis meses recomendados por la OMS?

Eso sí, la cesárea, las hemorroides, la episiotomía, la depresión post parto, las mastitis y la hinchazón durante meses, no las comemos nosotras. Pero el permiso que sea igualitario e intransferible... si señor este es precisamente el ideario de igualdad que toda mujer tiene en mente cuando hablamos de derechos universales.

Asumo que el lunes pidan mi cabeza o mi nombre los de Vox para meterme en su lista negra, pero como mujeres no podemos permitir que se cachondeen de nosotras de esta forma. El patriarcado campa a sus anchas y nos quieren convencer a las mujeres de lo involucrados que están por conseguir la igualdad. Pero no es cierto. Esta medida, dentro de un paquete de medidas pro maternidad, pro mujeres libres para criar y trabajar, lo podemos incluso hasta comprar. Pero vendernos esto, bajo el paraguas de la igualdad y la equiparación laboral me parece bochornoso. El permiso de paternidad igualitario e intransferible, los beneficia principalmente a ellos, a los hombres insertados en en el mercado. Os pedimos por favor que dejéis la propaganda y la manipulación aparcada porque huele desde lejos. No insultéis nuestra inteligencia. A la clase política, la conciliación y la protección de las mujeres para que no tengan que renunciar a sus carreras profesionales para criar, les importa bastante poco.

La división sexual del trabajo es uno de los grandes socavones que tenemos que cubrir en España. Sin atajar esta construcción social y cultural que hemos echo del papel que hombres y mujeres debemos ocupar en la sociedad, no acabaremos con la desigualdad. No se trata de equiparar tiempos o permisos laborales, sino de crear un contexto que motive un cambio sustancial y radical de cómo entendemos la crianza y el reparto de tareas en la sociedad actual y meterle mano de una vez y por todas al problema de la conciliación. Trabajamos demasiadas horas y no siempre al máximo rendimiento de productividad, no se aborda la problemática de los cuidados y se van poniendo parches que al final no nos conducen a nada. A las mujeres nos piden constantemente que trabajemos con el compromiso y la dedicación de los que no tienen familia, pero a la vez se nos exige que sigamos procreando y hagamos de los cuidados nuestra razón de existir, como si no tuviéramos una carrera profesional. Una autentica locura que nos posiciona a las mujeres en dos planos de salvaje esquizofrenia. O profesionales masculinizadas que ha renunciado a tener familia, o supemujeres que hacen pactos con el diablo para estirar las horas del día y tener todos los frentes cubiertos. No nos merecemos vivir entre la culpa de dejar a nuestros hijas e hijas en manos de otras personas que los cuiden, ni en el estrés permanente de saber que si decidimos procrear tenemos que renunciar a nuestra carrera profesional. Y para que estas cosas no sigan ocurriendo hay que apostar por otro tipo de medidas más comprometidas, que atajen los problemas desde la base. Hay que alcanzar esa simbiosis perfecta y deseada entre sector empresarial y clase política para legislar y llegar a acuerdos que hagan que nuestra sociedad, independientemente del modelo de familia que practiquen, se sienta arropada y protegida para tomar la decisión de tener hijos/as sin que esto merme su calidad de vida, ni las aspiraciones profesionales de cada uno/a.

Este permiso, a priori mejora la situación sólo de una parte de la sociedad, los varones integrados en el mercado laboral, pero la madre lactante sigue igual de desprotegida. Si esta alternativa hubiera estado sustentada realmente desde una perspectiva feminista esta claro que no se hubieran olvidado de las madres solteras, que hoy en día no gozan de una prestación básica universal, como si ocurre en otros países. Si esta medida hubiera estado sustentada desde la ideología feminista, tampoco nos hubiéramos olvidado de los distintos tipos de familia que existen actualmente en nuestra sociedad. Una medida ésta, que sitúa a la familia biparetal como modelo hegemónico.

Es evidente que el debate está en otro sitio y este tipo de medidas más que perseguir la igualdad, tienen un fin populista. La conciliación sin renuncia debe ser nuestra meta. El descenso demográfico, la pobreza infantil y el boom de las clínicas reproductivas, que se están haciendo de oro a costa de las que deciden retrasar la maternidad, porque no ven conciliación por ninguna parte, es un problema y serio. Salir ilesas de los mecanismos de manipulación que el patriarcado usa para devolvernos a la crianza y al hogar, no es tarea fácil. Pero en nuestra mano está adoptar desde una perspectiva feminista y una actitud critica los mensajes masivos que nos lanzan desde el espacio para hacernos creer que las cosas están cambiando, mientras todo sigue igual. Más antigua que el hilo negro es esta estrategia, Chomsky tiene que estar ahora mismo retorciéndose de placer, sabiendo que sus teorías sobre manipulación mediática se van cumpliendo como auténticas profecías. Como mujeres y como grupo mayoritario tenemos el derecho y la legitimidad de cuestionar todo aquello que atente contra nuestra libertad de elegir y vivir la maternidad, la no maternidad, el desarrollo profesional... como creamos más conveniente, con todas las prestaciones y ayudas disponibles. Medidas que nos acerquen un poco más a la libertad de elegir que mujeres queremos ser, sin presiones ni culpa. Medidas que ayuden a los hombres a entender que el espacio publico y privado desde ser compartido al 50%. Dejemos las medias tintas y cojamos el toro por los cuernos. Conciliar es posible y cuando aprendamos de sus beneficios ya no podremos volver atrás.