Y Satán tras los pasos de Dios

La fuerza del rock es la fuerza de la rebelión aunque lo patrocine la Coca Cola o algunos cantantes tengan la sensibilidad social de una milady, la fuerza de la música es la fuerza del ser creador

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26 mar 2016 / 22:56 h - Actualizado: 27 mar 2016 / 00:01 h.
"Música","Truco o trato"
  • Y Satán tras los pasos de Dios

Parece que fue ayer pero Dios entró en la Habana en 1998, tal como lo contó en su entretenido libro Manuel Vázquez Montalbán, una crónica de la histórica visita de Juan Pablo II a Cuba en la que presumía ser la primera visita del deshielo, roto en mil pedazos el muro de Berlín.

Porque por muy fuerte que resulte ver a un presidente norteamericano con la esfinge del Che Guevara detrás, y aunque sea negro, y por importantes que hayan sido las visitas de los papas católicos a Cuba, lo heavy, lo auténticamente rompedor habrá sido ver a sus Satánicas Majestades aullando por la insatisfacción, con mayúsculas, aunque sea con lustros de retraso.

Imagino que el acontecimiento (esta vez histórico sin reticencias) se ha encajado en esta fechas por motivos políticos y económicos... o incluso de agenda de Mick Jagger y el resto... pero que precisamente un viernes de Pasión los hijos de Satán (para los amigos más puros del castrismo y para sus enemigos más puros también) lleguen a la isla es como para haber cogido el primer avión que nos llevara a la Plaza de Armas. De hecho ni Antonio Acedo ni Coral Márquez, como ejemplos cercanos, han tenido jamás veleidades de millonarios, que se les note, y andan contentos con su suerte la mayor parte de los días pero en esta ocasión hubieran apostado a la ruleta rusa si hubieran podido pillar un billete de avión a un precio razonable. ¿Dónde están esos chollos que Rosa Llacer asegura que existen cuando se los necesita? Todos tenemos amigos que han conseguido vuelos baratísimos a Tokio, Sídney o Nueva York, incluso nosotros mismos alguna vez trincamos un low cost a Londres, es verdad, pero a la hora de la verdad o sea la semana pasada, la realidad te asalta como un ladrón resabiado y antiguo: por menos de mil quinientos euros no hay quien haya podido ver en la Habana a los Rolling Stones. Porca Miseria.

Porque no se trata solamente de un acontecimiento único, ha debido ser como una explosión nuclear pero en bueno. El país con el alma más musical del mundo ha podido por fin corear aquellas canciones que sonaban, con interferencias, desde Miami, y que, si no prohibidas, no estaban recomendadas, que no eran virtuosamente revolucionarias. Qué cosas. Y algunas que vociferamos Satisfaction contra todas las dictaduras, ¿verdad Fernando Martínez Vidal? La fuerza del rock es la fuerza de la rebelión aunque lo patrocine la Coca Cola o algunos cantantes tengan la sensibilidad social de una milady, la fuerza de la música es la fuerza del ser creador, aunque se haya sido ácrata o más de derechas que el Cid Campeador (pobre guerrero, vaya leyenda chunga que arrastra, y que jeta de aburrido le atribuimos por cierto, al contrario que Doña Jimena que nos cae genial después de recrearla Antonio Gala).

Los desviados y afeminados roqueros que hace poco el régimen aconsejaba despreciar ya han estado en la Habana. Permitámonos un momento de euforia, de alegría, olvidemos por un instante las segundas lecturas y el merchandinsing salvaje que acompaña a todos los triunfadores de masas. Sabemos que los pueblos no viven del oro de sus ídolos. Pero es tan hermosa la música, es tan bestial la comunión del rock que al menos por un segundo el mundo, una parte del mundo, ha puesto su cara más feliz. Habrá sido el cielo en el mismo planeta que ha demostrado esta semana ser todo tan perito en infiernos y calamidades. Como el envés de una moneda miserable, como el otro lado de ese espejo que nos recuerda que todas las víctimas tienen rostro y que olvidarlas o expulsarlas no las hace desaparecer.

Y ese grito que es el grito: I Cant Get No Satisfaction.