La vida del revés

¿Y si los rusos tuvieran algo de razón?

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25 mar 2022 / 07:56 h - Actualizado: 25 mar 2022 / 10:22 h.
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  • Una madre llora a su hijo muerto en la guerra. / EFE
    Una madre llora a su hijo muerto en la guerra. / EFE

Voy a hacer de tripas corazón y voy a intentar que la estilográfica se deje llevar por la razón y no por el corazón. Le pido a usted que intente hacer ese ejercicio al leer.

¿Se puede entender la postura rusa ante la guerra de Ucrania o las razones que han llevado a Putin a invadir Ucrania de forma cruenta? ¿Se es peor persona si se trata de comprender qué pasa por la cabeza de Putin y sus seguidores? ¿Se puede poner en duda que el Gobierno ucraniano y algunos miembros de su ejército sean un grupo de ursulinas sin pecado alguno? ¿Alguien se ha parado a buscar razones para la guerra; hemos valorado las peticiones de los rusos para que finalice el conflicto? Resulta completamente imposible acabar con una guerra sin que las partes se entiendan entre sí. Exacto, estoy de acuerdo con usted, es tan difícil y doloroso como imprescindible.

Estamos obligados a asumir que hay gente que no ve en Putin al mismísimo diablo, que conoce las razones que han provocado todo esto y con las que comulga sin problema alguno, que no creen a pies juntillas lo que se escucha en los telediarios o, al menos, pone en marcha su sentido crítico que nace de la búsqueda de información. Nos escandalizamos si alguien mira el televisor, en el que se ve y se escucha al presidente ucraniano apelando a la solidaridad de los europeos, y dice ‘¿dónde estabas tú al caer la primera bomba en Siria, pediste lo mismo para ellos?’. Nos escandalizamos aunque el que reprocha a Zelenski puede ser que tenga algo de razón con lo que dice. A mí me repugna tanto como a usted esta guerra, me parece cruel, salvaje e injustificable, pero en Europa estamos obligados a intentar mirar con cuidado y hacer un diagnóstico acertado porque, solo así, se puede parar esta locura.

En Ucrania se están peleando intereses económicos sobre todo lo demás. Una cosa es lo que usted o yo mismo sentimos al ver imágenes de la guerra, una cosa es el sentimiento solidario con un pueblo que sufre y el rechazo que nos hace sentir, una cosa es ese deseo romántico que nos embelesa pensando que se lucha por la libertad y por el amor entre humanos; y otra cosa, bien distinta, es lo que está sucediendo más allá del campo de batalla. Se pelean intereses económicos y geoestratégicos, eso es todo. Los soldados sí luchan por su propia vida y por algún ideal, pero los que mandan no, esos van a lo suyo.

En Estados Unidos han tenido siempre muy claro que si Rusia estaba en guerra con terceros sus recursos serían menores y la dispersión de atención sería evidente. Si la guerra era contra Ucrania, un país europeo a las puertas de las posiciones de la OTAN y de las fronteras de la UE, mucho mejor. Rusia gasta dinero, recursos militares y vidas humanas y, voilà, ganan los Estados Unidos de América. Por eso el mirar a otro lado si se hablaba del conflicto del Dombás o el provocar dudas o interferencias era el pan nuestro de cada día. Si tienes al enemigo guerreando con otros siempre ganas. Todo esto no es una invención mía. Está en los libros de estrategia militar y de forma explícita (respecto a Ucrania) en el informe militar que se filtro el año 2019 desde Estados Unidos.

Cuando el muro de Berlín cayó sin remedio, desde Estados Unidos y Europa, desde la OTAN (que al fin y al cabo es Estados Unidos en modo mamá pato con Europa y Canadá) se garantizó a los rusos que las fronteras serían respetadas y no me refiero a las que dividen países sino a las que separaban, en aquel momento, los bloques. En aquel acuerdo (nunca escrito) se hablaba de no avanzar incluyendo en la OTAN a países vecinos de Rusia y que habían pertenecido a la URSS o que habían sido países no alienados o, sencillamente, afines. Eso no se ha cumplido y la OTAN ha ganado terreno sistemáticamente. Dicho así no parece nada del otro mundo aunque si, por ejemplo, Marruecos colocase diez batallones a las puertas de Ceuta y Melilla y media docena de misiles balísticos en la costa apuntando a Sevilla, la cosa ya sonaría distinta y nos pondríamos nerviosos ¿verdad? Sin embargo, es lo mismo en el caso de los rusos. Cada vez que la OTAN refuerza sus posiciones en Europa, Rusia se pone en guardia.

A todo esto, Europa se encuentra a las puertas de este conflicto. Estados Unidos está más retirado y por eso es más sencillo para Biden azuzar y provocar. Los norteamericanos hacen su jugada y nosotros somos la apuesta. Mal negocio.

La guerra solo acabará si el Dombás termina siendo territorio ruso (tal vez tres o cuatro años serían repúblicas independientes y, a continuación, se las anexionará Rusia). Lo mismo tendrá que suceder con Crimea. La guerra finalizará si Ucrania renuncia a formar parte de la OTAN y se deja controlar militarmente sufriendo recortes de todos los colores; pasaría a ser algo así como una zona de seguridad que separase a unos y otros. La guerra no acabará si la OTAN insiste en cargar las tintas armamentísticas en Europa. Y la guerra acabará si la normalidad económica vuelve a instalarse en todo el planeta, si las sanciones dejan de tener vigor. Solo así.

Ya pueden ir sentándose a negociar las partes intentando entenderse porque de otro modo esto se puede cronificar y la escalada militar puede salpicar a Europa. Un desastre superlativo.