Los medios y los días

Ya se puede llorar sin problemas

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15 jun 2022 / 05:55 h - Actualizado: 15 jun 2022 / 05:55 h.
"Los medios y los días"
  • Ya se puede llorar sin problemas

La igualdad está lograda en este aspecto, ya se puede llorar a moco limpio en público sin que nadie se moleste, al revés, encima te aplauden y las audiencias aumentan. Desde siempre hemos tenido la sensibilidad a flor de piel, la diferencia es que ahora hay vía libre social para mostrarla. A ello se añade que estamos en un mundo muy triste, las luces de neón y las pamplinas del mercado empiezan ya a no servir como pañuelo. Cuando veo o leo que alguien se ha echado a llorar pienso que, en realidad, no llora por el motivo que parece, sino que lo hace por algo más profundo que lleva dentro y que salta el exterior con la tapadera del acontecimiento que se presenta y nos viene de perlas para soltar la llantina.

¿Por quién doblan las campanas? Doblan por ti. Cuando Mónica Carrillo en Antena 3 TV arranca a llorar al anunciar la muerte de sus compañeras Miryam Romero e Inmaculada Salvador, que en paz descansen, me da la impresión de que saca a flote sus propias penas interiores por diversas causas ajenas a las fallecidas. Y es que la muerte de tus seres cercanos y queridos anuncia la tuya propia, las campanas doblando por uno mismo. Es la angustia de vivir, de haber nacido, la incertidumbre que va sembrando la existencia, la vulnerabilidad de haber abierto los ojos al mundo. Mónica Carrillo no pudo evitar vulnerar un principio periodístico: alejarse emocionalmente de la noticia que se da para poderla ofrecer con serenidad y claridad a los públicos.

Los que desnudaban sus almas han sido siempre los poetas, los pintores y otros creadores. A los poetas les suelen preguntar si no les da “cosa” publicar los poemas que publican. A quienes lo hacen les gustaría proceder de la misma manera, si no actúan es o porque les falta talento o porque la sociedad les exige ser fuertes, no permite debilidades. Hasta ahora. La veda del llanto lleva abierta bastante tiempo. Ya puede uno llorar a gusto en un entierro y no quedarse sin derramar una lágrima con el peligro de que cuchicheen que no quería al difunto. La sociedad plañidera ha estallado.

Hay que ver la que formó el futbolista ése del Real Madrid el otro día al despedirse: Marcelo. El hombre se quedaba sin su zona de confort, estaba en el club desde los 18 años y se va contra su voluntad. La psiquiatra Lola Otero me decía siempre: “Ramón, el que llora, gana”, que es algo parecido a “el que no llora, no mama”. Vaya si es cierto, Marcelo se ganó a la audiencia, el que no llore al despedirse de un club o de un trabajo es un insensible, eso que dicen los ingleses de controlar las emociones es una brutalidad, queda condenado para siempre Arturo Pérez Reverte desde que hace unos años le dijo a Moratinos, ministro de asuntos exteriores, que llorado se venía de casa. El señor Moratinos echó sus lágrimas cuando dimitió, Pérez Reverte creo recordar que dijo eso de venir llorado de casa en las redes y lo pusieron a caer de un burro, incluso le volvieron a decir machista porque afirmar o insinuar aquello de que los hombres no lloran es machismo, aquí los asuntos se despachan pronto, se busca una palabra definitoria y se ahorra uno pensar. Por cierto, nadie llora por no pensar, se prefiere creer que es más cómodo. Por ejemplo, Pérez Reverte no escribía en clave machista. Llorar es lo fácil, como estamos en la sociedad de lo fácil se llora y punto. Luego se conecta todo con esa otra forma inmadura de hablar cada dos por tres de la mamá y del papá y de toda la familia si hace falta al tiempo que, por supuesto, se llora, y el cuadro de la posmodernidad resulta completo. Está uno esperando que alguien llore en público, los espectadores y los medios, por supuesto.

El que no llora no mama corrección política, no tiene sentimientos y además es un machista. Con razón hay quien desea eliminar de los libros la famosa frase que se supone que le dijo la madre de Boabdil al hijo cuando perdió Granada: “llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Eso es falso, lo dijo en su momento la escritora Andrea D. Morales en El Mundo: “Es una creación posterior que hace el padre Echevarría en su obra Los paseos de Granada de 1764, tres siglos después de la conquista de Granada”. Da igual, si es cierto se quita y en paz: la madre era una machista, las mujeres no lloran y Boabdil no era un marica. Menos mal que todo eso se ha roto y queda de maravilla en estos días echarse un llanto y dedicarle un premio primero a papá y a mamá o viceversa.