La Tostá

Zapatero y el “decisivo” Otegui

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
30 nov 2019 / 08:55 h - Actualizado: 30 nov 2019 / 08:57 h.
"La Tostá","ETA","Política","Cárceles","Juego"
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Parece mentira, pero ETA ya no mata y Zapatero habla estos días de esto y de la importancia de Arnaldo Otegui en el final de la violencia. Tiene razón el expresidente cuando dice que se habló mucho con ETA para que eligieran el camino de la política y no el de las armas, y lo hicieron. La banda terrorista ya no pone bombas, ni pistolas en la nuca de nadie. Ya no mata, aunque mató bastante. Pero con lo que fue esta banda criminal, terrorista, con unos trescientos crímenes aún por resolver y centenares de atentados con causa de muertes en su historial, tampoco es para que ande por ahí blanqueando a Otegui y diciendo que fue “un político decisivo” para acabar con la organización criminal o ver el fin de la violencia. Es verdad que se les prometió entrar en “el juego democrático” cuando abandonaran la violencia, aunque supongo que no a los que tenían las manos manchadas de sangre, porque un exterrorista, un asesino, no debería estar jamás en un parlamento, y en España sucede. Ni los que los defienden, que también pasa. Zapatero debería tener más cuidado con lo que dice, porque ni él ni Otegui acabaron con la carnicería de ETA, sino el pueblo español y el Estado de Derecho. ¿Cuántas muertes costaron que la banda terrorista dejara de matar? ¿Cuántos guardias civiles, policías y jueces murieron en la lucha contra los criminales? Entonces, ¿a qué juega Zapatero? Ni siquiera tiene en cuenta la de compañeros de partido que cayeron víctimas de la banda, entre ellos Fernando Buesa y Enrique Casas. Y todo porque están negociando con Bildu en Navarra, que para Zapatero es un partido, suponemos, tan legítimo como los demás, aunque haya exterroristas en él que pasaron de las cárceles a los escaños. No es que el expresidente no pueda hablar, que puede, sino que debería tener cuidado o callarse en momentos tan delicados como los que estamos viviendo, donde el más mínimo fallo puede acarrearnos un disgusto serio, porque la cosa está tensa.