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Arrodillados ante el independentismo más arrogante

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10 nov 2023 / 08:03 h - Actualizado: 10 nov 2023 / 08:13 h.
"Editorial"
  • Arrodillados ante el independentismo más arrogante

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Felipe González, en un vídeo difundido por la fundación que lleva su nombre, invitaba, hace unos días, a Pedro Sánchez a paralizar las negociaciones con el independentismo catalán diciendo ‘hasta aquí hemos llegado’, una forma de recuperar la decencia política que Sánchez, arrastrando al PSOE al completo, ha perdido definitivamente. No se ha producido ese gesto y las peores de las previsones se han cumplido puesto que el acuerdo firmado por el PSOE y Junts cierra un círculo que va de lo vergonzante a lo peligroso.

El futuro de España se ha estado discutiendo en un país lejano, lo han dibujado un enviado del PSOE de segunda línea y sin prestigio político alguno, y un prófugo de la Justicia española mientras se rodeaba de otros delincuentes huidos y de políticos que no creen en la Constitución ni en España como país. Todo lo que pase a partir de ahora estará bajo inspección de un sujeto que intentó destrozar la estabilidad política, social y económica de España. Desalentador como poco. Pedro Sánchez no ha sabido decir que no pasaba por un aro demasiado estrecho propuesto por un nacionalista radical que no dudaría en dejar fuera de juego a la mitad de los catalanes y al resto de españoles, por supuesto.

Cualquier observador externo podría pensar que, dadas las circunstancias y viendo el documento firmado, en España no se vive en democracia, la represión es constante, las libertades colectivas e individuales se han arrasado y cosas por el estilo. Ese observador podría pensar que el Estado de derecho español es una entelequia. Y es que Puigdemont y sus adláteres ponen en duda el corazón de nuestra forma de vivir para debilitar a una sociedad que quiere convivir dentro del marco constitucional. Pero Pedro Sánchez sigue ansiando el poder por encima de todas las cosas y vuelve a poner su interés particular por encima del general de todos los españoles. Sánchez, obsesionado con su despacho presidencial, ha preferido gobernar con la mitad de españoles deprimidos e irritados, ha preferido polarizar la sociedad sin tener en cuenta los riesgos que eso supone (las protestas callejeras siguen aumentando y las minorías radicales aprovechan la oportunidad para destrozar todo lo que encuentran a su paso), ha preferido pactar la amnistía total, la negociación de un referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña, la figura del verificador internacional que supervise su acción de Gobierno, negociar la transferencia del 100 por cien de los impuestos y reconocer que en España vivimos un persecución judicial contra los independentistas catalanes. Una vergüenza sin paliativos.

Pedro Sánchez abandona de forma grosera a todos aquellos que no están de acuerdo con sus ideas (incluidos los votantes socialistas que se encuentran, ahora, en tierra de nadie y que según las encuestas no son pocos), se entrega a un delincuente que podrá regresar a España para mofarse de los españoles y coloca en una posición incómoda e incomprensible a millones de personas. Pedro Sánchez nunca más podrá hablar en nombre de todos. Ahora bien, es algo obligado que los españoles estén a la altura de las circunstancias y logren manifestar su postura con orden y sin violencia, en las urnas cuando llegue el momento de votar.


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