Existen Tratados que impiden a las Estados que puedan poner en funcionamiento las máquinas de hacer dinero para poder pagar sus gastos. Ese funcionamiento sin control es una muy mala señal y esos movimientos siempre produjeron devaluaciones de la moneda e inflación desorbitada. Por tanto, es ilegal cualquier desición que se tome en ese sentido.
Dicho esto, se comprende la sorpresa que causa saber que 100 economistas europeos propongan discutir sobre si la deuda en poder del BCE, que corresponde a los países miembros, debe anularse ya que es una especie de jugada en la que se anula la deuda que Europa tiene consigo misma.
El BCE no puede permitirse un movimiento como este. Su credibilidad podría desmoronarse, sin duda. El BCE es garante de una estabilidad monetaria importantísima para el mundo entero. Por tanto, legalmente la propuesta hace aguas (aunque las leyes se puedan cambiar) y lo mismo sucede en el ámbito económico.
Por último, el esfuerzo que está realizando Europa es inmenso y una solución fácil y atractiva podría generar tensiones políticas entre los países más reacios a adoptar estas fórmulas y que, suelen coincidir con los que aguantan mejor los efectos de la pandemia, con los que mejor han gestionado los recursos.
Se ha hecho un muy buen trabajo en Europa y lo más sensato es seguir adelante en la misma línea sin introducir fórmulas mágicas de las que no podemos conocer resultados a priori.