El día que comenzó el curso escolar que ahora termina no eran muchos los que creían que fuera viable hacer que los niños tuvieran una vida escolar cercana a la normalidad. Los cuidados fueron mayúsculos y el éxito ha sido muy considerable.
Los protocolos han sido los adecuados y el esfuerzo de los titulares de cada centro y de los profesores se puede decir que ha sido hercúleo. Se habla mucho de los sanitarios o de los policías y guardia civiles (con mucha razón y de forma justa) y se habla muy poco de esos centros que han acogido a los niños y jóvenes residentes en España para que se siguieran formando. El esfuerzo y el cuidado del colectivo de profesores han sido ejemplares.
El próximo curso podrán flexibilizarse algunas medidas tomadas hasta ahora. Aunque las mascarillas seguirán siendo obligatorias a partir de los seis años, la distancia de seguridad se reducirá de 1,5 metros a 1,2 metros. El resto seguirá como hasta ahora para garantizar que, a pesar de los resultados maravillosos que están proporcionando las vacunas, los alumnos de todas las etapas pueden acceder a sus centros de forma presencial sin correr riesgos.
Sería un error importante eliminar a los miles de profesores que se han contratado para reducir el número de alumnos por aulas al desdoblarlas. Es uno de los aciertos que han convertido el regreso a los centros educativos españoles en ejemplo mundial. Además, la tasa del paro se mantendría en niveles desastrosos aunque no peores.
España ha logrado mantener sus aulas activas mientras más de 160 países de todo el mundo han tenido que ver cómo sus alumnos perdían un año completo de formación. Habrá que esperar que las reuniones que se mantengan entre Ministerio y Comunidades Autónomas sean fructíferas y se lleguen a acuerdos que permitan seguir por un camino que no puede ser mejor.