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Equipo de caridad de las Penas de San Vicente. / Manuel Gómez
El proyecto Levántate y anda, que sacan adelante a diario los voluntarios de la Parroquia de San Vicente, es una de las muchas iniciativas que la sociedad civil sevillana, organizada en entidades diversas o a través de la Iglesia –como en el caso de Cáritas–, articula para atender necesidades sociales que las autoridades por sí solas no pueden o no suelen cubrir, paliando de ese modo el déficit asistencial. Es la solidaridad, y también la compasión –no solo en el sentido cristiano del término, sino además en el etimológico: la capacidad de compartir el sufrimiento ajeno– lo que mueve a estos cientos de paisanos, cuyos desvelos no conocen límite ni en la fecha del año ni en la hora del día o de la noche en que su labor sea necesaria. Ellos son el termómetro real de la civilización, porque al mundo lo saca adelante la gente. No los gobiernos, ni las corporaciones, ni las siglas, sino los ciudadanos invisibles que salen a la calle a brindar el calor de una manta, de un caldo y de una palabra a esos otros seres anónimos a los que la vida solo ofrece el frío de su desgracia. Un ejemplo esperanzador que hoy es noticia en un mundo que todavía no ha perdido su humanidad.