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Fotografía: EFE
No son pocos los líderes populistas de todo el mundo que muestran su lado xenófobo y mueven fichas para que algunos piensen que dentro de algunas fronteras los derechos deben ser distintos para unos u otros. Los hay que, sin vergüenza alguna, como es el caso de Donald Trump, no han tenido reparos al agitar la sociedad desde el racismo, la xenofobia, el supremacismo y la injusticia social. El resultado, como todo el mundo sabe, ha sido violento y ha generado gran alboroto y sufrimiento.
Hemos visto cómo en un partido de fútbol los propios jugadores han decidido no continuar ante gestos racistas que son inadmisibles en una Europa que sufre la xenofobia de cerca.
El cuarto árbitro del partido que enfrentaba al Paris Saint-Germain (PSG) y el Estambul Basaksehir en el Parque de los Príncipes de París, parece ser que llamó «negro» al segundo entrenador del equipo turco, Pierre Webó, el que fue jugador de fútbol. Ha quedado en anécdota lo que ocurrió para que ese cuarto árbitro quisiera amonestar al técnico del Estambul Basaksehir porque lo importante es que le insultó de forma imperdonable e insultó a todos aquellos que piensan que la igualdad y la justicia no ha de entender de colores de piel o pasaportes en vigor.
Mbappé y Neymar, jugadores del equipo francés, encabezaron la negativa a continuar el partido. Y ese es un ejemplo que debería calar en todos los jugadores y en todos los aficionados al deporte. Si una actividad aglutina valores fundamentales es el deporte.
Es necesario erradicar el racismo, la xenofobia y cualquier cosa que impida una convivencia en paz de todos los seres humanos. Y estos ejemplos muestran que vamos por el buen camino.