Hasta el año 2030, España tendrá que recibir de los mercados un suma igual al 20 por ciento del PIB nacional. Si bien es cierto que de la mitad de esa cantidad, que es deuda pública, se hará cargo el Banco Central Europeo, el resto se tendrá que colocar entre los inversores haciendo un trabajo casi pedagógico para convencerles de las bondades de esa compra que solo se avala con políticas económicas razonables, con seriedad en la gestión y un planteamiento financiero a medio plazo que sea sólido.
La deuda española se ha valorado positivamente en Bruselas y eso será definitivo para que España acceda sin problemas a los fondos del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede). España será rescatada y la cifra que se recibirá alcanza los 25.000 millones de euros.
Por tanto, la situación de la economía española se dibuja entre luces y sombras, entre dudas sobre la posible recuperación y las posibilidades de hacer frente a los pagos que llegarán y una solvencia que, hasta ahora, siempre ha demostrado el Estado el español a pesar de las políticas nefastas de algunos políticos.
Es muy conveniente que el Gobierno de Pedro Sánchez dedique sus esfuerzos a conseguir transparencia en sus políticas para generar una confianza que, ahora más que nunca, es absolutamente necesaria.