Ni héroes ni villanos

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23 may 2016 / 23:34 h - Actualizado: 23 may 2016 / 23:38 h.
"Elecciones Municipales 2015"

Hoy se cumple un año de las elecciones municipales (y autonómicas en buena parte del Estado) que cambiaron sustancialmente el mapa político nacional, abriendo la puerta a unas fuerzas del cambio que incluso se hicieron con alcaldías muy significativas. Aquello significó el fin de las grandes mayorías absolutas, lo que se ha traducido en una mayor inestabilidad que, sin ir más lejos, en la provincia de Sevilla ha propiciado ocho cambios de alcalde.

Lo que se quiso presentar como un enfrentamiento entre la vieja y la nueva política demostró que, más allá de las palabras, tampoco ha supuesto una quiebra radical porque han sido numerosos los casos en que formaciones de estos supuestos dos bloques se han apoyado mutuamente para formar gobiernos. El resultado están siendo pactos frágiles, convulsos, en los que hay veces que parece más importante la parafernalia de la puesta en escena que la gestión en sí. El populismo ha irrumpido en escena más de lo deseable, pero en el otro lado de la balanza tenemos que la obsesión por esta política de gestos se ha traducido en medidas simbólicas: menos coches oficiales, reducciones de altos cargos, bajadas de sueldos, una apuesta más decidida por medidas sociales...

A grandes rasgos, no puede decirse que se haya producido una revolución ni en ayuntamientos ni en comunidades autónomas: se ha demostrado que las nuevas formaciones no tenían el Santo Grial, pero que tampoco eran la encarnación del mal político. Nadie le ha dado un giro realmente radical a la política, pero también es verdad que nadie ha hundido ninguna administración como proclamaban los agoreros. La mayor herencia ha sido la diversidad, lo que obliga a mejorar el diálogo, que por desgracia sigue siendo la gran tarea pendiente de la política española.