Editorial

El significado de la palabra dimisión y el ministro Ábalos

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28 ene 2020 / 08:00 h - Actualizado: 27 ene 2020 / 12:09 h.
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  • José Luis Ábalos. / EFE-Archivo
    José Luis Ábalos. / EFE-Archivo

Todo lo que ha sucedido, desde el pasado domingo 19 hasta hoy, alrededor del encuentro entre José Luis Ábalos (ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana del Gobierno de España) y Delcy Rodríguez (vicepresidenta de Venezuela) es farragoso, incomprensible y casi increíble por parecer un auténtico insulto a la inteligencia de los españoles.

El ministro Ábalos ha pasado de negar que ese encuentro se produjo o reconocer algunas cosas como que, por ejemplo, la señora Rodríguez transitó por el aeropuerto de Madrid para embarcar en un vuelo comercial. Hasta cuatro versiones de lo sucedido ha proporcionado el ministro Ábalos.

Todo parece indicar que, efectivamente, el encuentro se produjo, que el trato de favor se produjo, que se incumplió lo que la UE estableció respecto a los posibles viajes de esta mujer a territorio europeo que, por cierto, incluye de forma expresa la prohibición de tránsito en aeropuertos comunitarios.

Al margen de lo conveniente de reunirse con la vicepresidenta del Gobierno de Nicolás Maduro, hay que preguntarse si el ministro Ábalos conoce el significado de la palabra dimisión. Desde luego en este caso, debería ser una posibilidad aunque en la política española esté implantada una postura de inmovilidad total de los políticos en caso de crisis. Nadie dimite y todos esperan a que pase el temporal. Una actitud indigna y propia de países con una democracia poco y mal consolidada. Habría que plantearse dónde ha quedado el sentido del honor de los políticos españoles.

Un ministro no puede negar algo que luego reconoce, no puede dar cuatro versiones sin dimitir. Un ministro (en este caso Grande Marlaska) debe asumir su responsabilidad política cuando, siendo el máximo responsable del aeropuerto internacional de Madrid, una mujer que tiene prohibido transitar por las terminales lo hace sin problema alguno. Un ministro ha de dimitir si comete un error de esta trascendencia.

Está claro que la postura del Gobierno de España respecto a la situación de Venezuela está absolutamente condicionada por sus socios preferentes. Era algo que cualquiera podría intuir. Pero perder la decencia política y el honor como representante del pueblo es otra cosa distinta que se encuentra mucho más allá.

Ábalos ha llegado a decir que «A él no le echa nadie» y alguien debería recordarle que es ministro y diputado porque le nombró Pedro Sánchez y los votantes en las urnas, respectivamente, que los puestos como los que ocupan no son propiedad de nadie y que, desde luego, se puede echar a cualquiera. Es cuestión de tiempo.

Un poco de prudencia entre tantas versiones y tanto escándalo no sería malo.