Es imprescindible que la campaña de vacunación española tome impulso y logre una velocidad de crucero que permita administrar las primeras y segundas dosis de las vacunas a un ritmo elevado. Porque, hasta ahora, todo han sido parones, deficiente ritmo de distribución de los viales y dudas entre todos los implicados. Si es cierto que Pfizer, Moderna, AstraZebneca y, la nueva incorporación, Janssen, envían lo prometido, no habrá excusa posible para nuestros gobiernos central y autonómicos.
Reino Unido o Israel van muy por delante de la mayor parte de los países europeos incluida España. Y la cuarta ola ya está a las puertas, sin que la tercera se haya retirado del todo. La fatiga entre el personal sanitario es muy alta, el cansancio en la población es evidente, y la ruina económica parece que no tiene fin para nuestro país. Por ello, es inexplicable que las medidas, ante este repunte claro que ya se produce en varias Comunidades Autónomas, no sean más severas. Produce indignación comprobar que las fiestas ilegales siguen produciéndose, que el turismo de pandemia ya es un hecho entre los jóvenes extranjeros y entre los no tan jóvenes que no pueden moverse con libertad en sus países y llegan a España buscando terrazas al sol. Parece que no somos capaces de aprender nada.
Ayer, de los 7,6 millones de dosis distribuidas solo se habían administrado 6,4 millones. Tal y como están las cosas, estando en peligro miles de vidas humanas, no se comprende fácilmente este tipo de parones. Hay que recordar que hace días se había decidido reanudar la vacunación con AstraZeneca, pero hasta hoy no se recuperará el ritmo de administración.
Es necesario activar la campaña de vacunación lo antes posible y conseguir que el ritmo sea constante hasta alcanzar la tan ansiada inmunidad de rebaño.