En 2008, las economías más poderosas del planeta se vieron afectadas de forma especial puesto que fue en su seno donde se gestó la hecatombe financiera. Pero la crisis que ya estamos viviendo en la actualidad, esta crisis que se va a convertir en la gran recesión del siglo XXI, afectará profundamente a los países más desfavorecidos ya que no disponen de herramientas para equilibrar los efectos de un parón económico como el que se ha producido en todo el mundo. El Banco Mundial prevé que, de aquí a finales de 2021, haya entre 110 y 150 millones de personas sepultadas por una pobreza extrema.
El mundo debe prepararse para grandes migraciones en el futuro protagonizadas por millones de personas sin comida, sin posibilidades de trabajar dignamente y sin asistencia sanitaria. El mundo entero podría llegar a colapsar. Sin duda muchos Estados lo harán. Sistemas de enseñanza, sanitarios o económicos tan precarios, no podrán aguantar una presión que no podemos imaginar a día de hoy.
América Latina o África son territorios claros candidatos a acumular economías sin posibilidades. Pero en Europa o América del Norte el peligro de tener una pobreza instalada a modo de constante se dispara y es algo para lo que tienen que preparase los países más potentes económicamente.
Es necesario trabajar de forma solidaria para poder atajar el problema en todos aquellos lugares que sea necesario. Solo así la recuperación global y total puede convertirse en una realidad.