Editorial

Inexplicable la política exterior del Gobierno

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13 feb 2020 / 07:26 h - Actualizado: 13 feb 2020 / 07:29 h.
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  • Fotografía: EFE
    Fotografía: EFE

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Es difícil entender cómo es posible que un Gobierno que se denomina progresista y que presume de ser garante de la política transparente y de las libertades individuales y colectivas, gestione de una forma tan nefasta un asunto que, sencillamente, no debió producirse nunca y que resulta imposible de justificar.

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, tuvo que explicar, durante la primera sesión de control en el Congreso de los Diputados al Ejecutivo, su encuentro en el aeropuerto internacional de Madrid con la vicepresidenta del Gobierno de Venezuela, Delcy Rodríguez. No logró aclarar nada y solo tuvo el apoyo del presidente del Gobierno que hablaba de una posible crisis diplomática que nadie es capaz de alcanzar a saber en qué consistía.

En primer lugar, hay que preguntarse por qué es Ábalos el que está envuelto en esta polémica y no la titular de la cartera de Exteriores. Es algo inexplicable. Por otra parte, sin aclaración posible al asunto de la visita de Delcy Rodríguez y ante la estupefacción y el enfado de unos y otros, Pedro Sánchez rebajaba de categoría política a Juan Guaidó y se refería a él como ‘jefe de la oposición’. Hay que recordar que fue Sánchez el que le reconoció el cargo de ‘presidente encargado de Venezuela’. Los venezolanos, al menos una enorme cantidad de ellos, no entienden nada, en Europa no entienden nada, las cancillerías latinoamericanas se muestran atónitas y en Norteamérica miran con gran recelo lo que sucede. Este es el peaje que había que pagar por poder asociarse con Podemos. Unos aplauden al Rey forzados por la situación y otros organizan un teatro vergonzoso dentro y fuera de España.

Dado que la oposición tampoco ha sabido canalizar los esfuerzos para saber la verdad y para pedir explicaciones sobre la política del Gobierno respecto a Venezuela, nos encontramos ante una imagen internacional desastrosa que nos convierte, una vez más, en un país poco fiable como socio político. La historia se repite sin remedio.