Injusticia con el sector taurino

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30 jul 2020 / 06:00 h - Actualizado: 29 jul 2020 / 22:05 h.
"Toros","Editorial"
  • Injusticia con el sector taurino

Todo lo que rodea al toro bravo es de enorme importancia. Puede gustar más o menos, se puede estar enfrente de este sector por convicción o por cualquier otra razón.; pero, actualmente, el ámbito taurino forma parte de la sociedad, de la economía y de la cultura española; es decir, los trabajadores y las empresas taurinas tienen los mismos derechos que el resto de personas y entidades de España y son necesarios para que la economía siga adelante.

Por ello, resulta inexplicable que los 150.000 empleados y los cientos de empresarios vinculados al toro bravo no reciban el mismo trato por parte del Gobierno y parezcan estar condenados a no recibir ayuda alguna.

Como suele ocurrir a menudo en el sector cultural, no son pocas las ocasiones en las que la ignorancia hace que los políticos confundan un sector con la zona más amable del mismo. Igual que el mundo del cine está compuesto por las grandes estrellas, por los guionistas, los productores, los peluqueros o los maquilladores, entre otros; el mundo del toro no se reduce a un grupo de matadores de toros millonarios más media docena de ganaderos de enorme poderío económico. El mundo del toro está formado por banderilleros, picadores, areneros, mososabios, taquilleros, acomodadores o mayorales. Y todos tienen el mismo derecho que el resto de españoles a recibir ayudas del Gobierno.

El sector del toro bravo se ha visto gravemente afectado por esta pandemia. Son miles de personas, de familias, las que dependen de la recuperación del sector y de las ayudas que desde el Ministerio de Trabajo parece que se les niega.

En asuntos tan graves y tan urgentes, el sectarismo es mal compañero de viaje y resulta devastador para todas las partes.

Hay que decir que resulta impresentable e intolerable la violencia y el insulto al reivindicar derechos. Lo que sucedió en Toledo hace unos días no se puede volver a producir. Amenazar y golpear el vehículo en el que viajaba la ministra de Trabajo no puede volver a repetirse. Como tampoco los escraches y presiones que sufren los aficionados y profesionales a las puertas de la plazas de toros españolas.