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Dolores Delgado es la Fiscal General del Estado. / EFE
En su momento, el nombramiento de Dolores Delgado como fiscal general del Estado pasó desapercibido. La Covid-19 arrasó incluso con los escándalos y los disparates. Este es uno de los nombramientos más vergonzosos que se han producido en democracia. Dolores Delgado fue ministra de Justicia y Sánchez la colocó en la Fiscalía General como si la cosa fuese normal.
A Pedro Sánchez nunca le ha preocupado especialmente lo que piense de él la ciudadanía española y suele hacer las cosas indebidas con una desvergüenza insólita. El problema es que el producto de que un presidente haga y deshaga, junto a sus socios, sin cuidar el decoro suele ser desastroso.
Dolores Delgado prometió investigar todo lo referente a la gestión de la pandemia, a lo que pudiera haber ocasionado dolor y sufrimiento a la sociedad española desde la llegada del SARS-CoV-2.
Ahora, ya con una segunda oleada encima que genera más contagios que nunca y un número de muertes insoportables, en lugar de investigar, la fiscal ha ordenado escribir un informe en el que el mando único de Sánchez quede a salvo e inmaculado. Por supuesto, el resto sin investigar, ni poco ni mucho.
Sin duda alguna, muchas de las demandas que se han recibido en los juzgados estarán escasas de razonamiento jurídico, no todas serán tan justificadas como pueden creer los que las han redactado, un buen puñado llegara envueltas en la rabia y el dolor en vez de hacerlo en elementos técnicos. Pero las negligencias en la gestión han existido, los daños son evidentes y se hace necesario una investigación profunda en todo el territorio nacional sin excepción.
Es triste aunque no podemos olvidar las palabras del presidente del Gobierno cuando dijo: «¿De quién depende la Fiscalía? Pues ya está».