La idea de Europa debe rescatarse

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24 sep 2020 / 13:22 h - Actualizado: 24 sep 2020 / 13:25 h.
"Editorial","Coronavirus"
  • La idea de Europa debe rescatarse

Desde el principio de la pandemia que sufrimos, la sensación de asistir al derrumbamiento de una forma de vida es general en España y en el resto de Europa. Los avisos anteriores habían sido muy notables (no saber afrontar problemas de inmigración, un Brexit convertido en grieta irreparable o una OTAN en peligro gracias a las declaraciones amenazantes de Donald Trump y a los problemas de financiación que se arrastran desde hace años). No parece que occidente pueda aguantar demasiado bien los cambios que el mundo está experimentando. Europa es lenta, se pierde en sus propias contradicciones y los europeos ya no creen en un proyecto que se ha quedado anclado en premisas fuera de la modernidad.

Durante las últimas décadas, las relaciones con Estados Unidos parecieron inquebrantables y la unidad frente a los posibles enemigos se dibujaba sólida; durante las últimas décadas creímos que Europa era una enorme casa en la que cualquier ser humano podía vivir; durante las últimas décadas creímos estar construyendo una máquina poderosa e infalible con sede en Bruselas. Y todo era una especie de ensoñación.

Sin embargo, todos los europeos tenemos que exigir a los políticos que trabajen para lograr superar esta crisis en unidad. Es posible que Trump no sea elegido de nuevo en las próximas y cercanas elecciones en su país; es posible que pensar en una OTAN más estable no sea una locura y es posible que el Fondo de Reconstrucción Europeo (que permite emitir deuda pública conjunta) sea la gran razón de un relanzamiento de Europa como unidad y herramienta sólida.

El populismo casi fanático, que se apoderó de un espacio político en toda Europa que ya resultaba preocupante, parece retroceder posiciones. Los ciudadanos ante situaciones extremas, como puede ser una pandemia, suelen preferir opciones que logran resultados y no juegan a prometer sin poder conseguir; y suelen aparcar idealismos tan maravillosos como inservibles apuntándose al pragmatismo más riguroso. Podría ser que el escenario político invite a un giro necesario que colocase a los europeos en lugares de privilegio en el nuevo mapa del mundo. De momento, seguimos pareciendo marmolillos, pero hay tiempo de reacción y debe producirse ya. Es la solución.