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Imagen: EFE-Archivo
Que cada 12 días muera una persona a causa de un accidente de trabajo en la provincia de Sevilla es una muy mala estadística. Que en 2019 hayan aumentado los accidentes de trabajo en algo más de un 26 por ciento es un dato igual de malo. Y ambos son el detalle de un dato general que resulta desalentador: durante 2019 se produjeron en Sevilla un total de 27.093 accidentes laborales que suponen 74 diarios.
Las razones por las que se puede producir un accidente en el trabajo son múltiples. Algunas tienen que ver con la presión a la que están sometidos algunos trabajadores integrados en plantillas escasas y en las que la precariedad del empleo es sustancial. Otras a la falta de formación y a una rotación extraordinaria en los puestos de trabajo que desestabiliza al trabajador de forma rotunda. La norma que regulan las Administraciones públicas pueden ser otro motivo cuando son escasas o laxas o la permisividad en mayor de lo aconsejable con algunos aspectos que tienen que ver con la seguridad en el trabajo.
En cualquier caso, aunque las condiciones de seguridad e higiene en el trabajo han aumentado y han mejorado radicalmente en los últimos 40 años en España, Sevilla debe aspirar a ir un poco más allá, hasta dónde sea necesario, para mejorar las estadísticas cada trimestre. Si se trata de la vida de las personas se deben redoblar esfuerzos en todos los sentidos y por parte de todas las partes implicadas. Los muertos y heridos (graves, muchos de ellos) no pueden convertirse en una cifra que normalice algo imperdonable y que, indiscutiblemente, ha de desaparecer del día a día en los puestos de trabajo de Sevilla.