La libertad de las personas por encima de todo

Image
09 abr 2020 / 06:00 h - Actualizado: 08 abr 2020 / 22:33 h.
"Editorial","Coronavirus"
  • Fotografía: EFE
    Fotografía: EFE

Los países que viven bajo la presión constante del autoritarismo están anclados a cualquier extremo ideológico, a territorios en los que la normalidad reside en lo extraordinario, en lo excepcional.

Un confinamiento como el que se vive ahora en España es algo anómalo, extraño, extremo. Y, por eso, hay que ser especialmente meticuloso a la hora de hacer uso de los poderes que el estado de alarma otorga al Gobierno, hay que ser cuidadoso porque en España tenemos la fortuna de vivir en democracia y no podemos estropear algo tan valioso. Por encima de cualquier otra cosa está colocada la libertad individual y colectiva. Esa libertad o el derecho a la intimidad de las personas son cuestiones casi sagradas en un Estado de derecho como es el español.

Parece que la crisis provocada por el Covid-19 se encuentra claramente en una zona de estabilización y todo indica que va a ir remitiendo progresivamente muy pronto. Eso invita a pensar que la normalidad se irá imponiendo poco a poco, al ritmo que marque el plan que el Gobierno de España debe estar trazando. No se conocen los detalles de ese plan aunque sí parece que el ejecutivo va a apostar por esos establecimientos que se empiezan a conocer como ‘arcas de Noé’ y que se habilitarán para que las personas contagiadas y asintomáticas pasen el tiempo necesario para evitar infectar a otros sujetos. Por lo que parece, serán lugares en los que ingresarán las personas de forma voluntaria. Lo podrán hacer aquellos que conviven con personas pertenecientes a grupos de riesgo o con familiares a los que no se quiera contagiar, por ejemplo. Y si no lo quieren hacer dando positivo, la idea es que cada sujeto entienda el problema y se implique asumiendo una confinación que dure el tiempo que marquen las autoridades correspondientes. Con total libertad.

No se pueden coartar las libertades, no se puede alentar el señalamiento desde los balcones, no se puede acabar de un plumazo con toda libertad encontrando la excusa en una mayor seguridad que, por otra parte, nunca podrá ser absoluta. El riesgo cero en la vida, sencillamente, no existe.